La racha de malas noticias comenzó el jueves bien tempranito. A las nueve de la mañana recibo un whatsap de Aurelio Manzano para anunciarme que ha fallecido repentinamente la madre de mi amiga María Patiño.

Nunca sé cómo reaccionar ante este tipo de situaciones. Me pongo en su lugar y creo que no me gustaría hablar con nadie pero Aurelio me aconseja que la llame: “De ti seguro que espera una llamada”. Sigo su consejo. Pillo a María en el AVE. Descolocada. Intentando asumirlo. “Es la vida”, dice, intentando consolarse, supongo. Pero eso no es la vida. Es la muerte, la misma que ha venido a buscar demasiado pronto a la directora Dunia Ayaso. Falleció el viernes por la mañana, en Tenerife. La conocí a través de Mamen, mi peluquera, y nos intercambiábamos mensajes con cierta regularidad. Dunia era una profesional respetada y un ser humano muy querido: tímida, generosa, divertida, cariñosa. Una buena persona. Una muy buena persona. Cuando pienso en ella me viene a la memoria su sonrisa. Siempre que nos veíamos o nos mensajeábamos repetíamos lo mismo: “Tenemos que cenar”. Pues al final no lo hemos hecho. Leo en ‘Yo Dona’ unas declaraciones de Cristina Cifuentes que me remite a esa cita permanentemente pospuesta: “Cuando sales de tu casa por la mañana das por hecho que vas a volver y a lo mejor no es así”. Mientras intento asumir lo de Dunia me llaman para contarme que han ingresado a una de mis mejores amigas con un infarto cerebral. Saldrá de ésta, se lo han pillado a tiempo, pero no puedo dejar de pensar que durante toda la semana estuvo quejándose de un dolor de cabeza que los dos atribuimos al mal tiempo. Llego al ‘Deluxe’ con pocas ganas de jarana pero en cuanto la maquinaria se pone en marcha me doy cuenta de que sumergirme en ese absurdo universo me ayuda a no caer en la tristeza. Cuando escribo esto es sábado por la mañana, llueve y el día está gris. Como mi estado de ánimo.