Precisamente creo que fue en el programa de Jose Toledo donde la vi promocionar no sé qué vestida de hippy en un restaurante de Barcelona. Me desilusioné. Lo que antes me parecía gracioso ahora no consigo encontrárselo por ningún lado.

 

La Falcó hace mal dosificándose. A los que nos gustan sus idas de olla necesitamos material para seguir alimentando el vicio. Si aparece en nuestras vidas de vez en cuando corre el riesgo de quedarse en un elemento tan kitsch como las fundas de ganchillo para guardar los rollos de papel de wáter. Le tengo tan perdida la pista que no sé si ha cambiado la fe por las cremas de La Prairie.