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En el teatro en el que estamos ensayando, mi camerino está enfrente del de Kiti Mánver. Cuando tiene la puerta abierta me cuelo para repasar la función, compartir un té o para hablar. De lo que sea. Me gusta verla ordenar toda su intendencia, como ella la llama: la máquina para hervir el agua, las bolsitas para el té, su espejo para maquillarse. Ama su profesión y se le nota. Le gusta llegar al teatro tres horas antes de la función, recorrer el escenario, calentar, prepararse, concentrarse. Tiene en el bolsillo a toda la compañía: por su profesionalidad, su sentido del humor, su risa contagiosa y porque es una actriz que te deja con la boca abierta. Tiene oficio, toda la técnica del mundo y un corazón que no le cabe en el más grande de los teatros. Voy a ver si tiene la puerta abierta para echar otro ratito con ella.