Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

JOrge Fernández

"Jorge Fernández Díaz me recuerda a los dementores de Harry Potter, esas siniestras criaturas que absorben tu energía"

Cuando el Ministro del Interior en funciones aparece en mi televisión una inmensa nube gris se apodera de mi salón y el espacio se convierte en un lugar triste, oscuro. Me salen de golpe tres o cuatro canas, la barba me crece a una velocidad inusitada e incluso parece que las uñas de mis manos y de mis pies ganan presencia. No sé, es como si me muriera un poquito más rápidamente. Cuando su imagen desaparece parece que todo vuelve a su ser pero no, ya nada es lo mismo. Su hueca voz de sacristía rancia resuena en mi cerebro durante varios minutos más y en mi salón no llega a desaparecer del todo una neblina que me da miedo. Porque eso es lo que proyecta este señor: miedo, tristeza, apocalipsis, valles-de-lágrimas, desesperación, inquietud. Jorge Fernández Díaz me recuerda a los dementores de Harry Potter, esas siniestras criaturas que absorben tu energía y te dejan al borde mismo de la desaparición. Las mismas que, según se describe en el libro, “te quitarán hasta el último sentimiento positivo y hasta el último recuerdo dichoso”. Pero no todo es negativo en la figura de este señor. A mí me está sirviendo para manejarme en la vida. Cuando me hallo ante una encrucijada –fundamentalmente moral- pienso en lo que haría Jorge Fernández Díaz y entonces hago lo contrario. Y siempre acierto. Y soy más feliz, más solidario, más generoso, más empático, más alegre. La tristeza del ministro en funciones ha calado hondo entre sus correligionarios y ya hay varios que se perfilan como dignos sucesores de esa peculiar manera de entender la vida: Rafael Hernando, Fátima Báñez y Rafael Catalá, entre otros.

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