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Rosa Villacastín me invita a la presentación de un libro que ha escrito con Manuel Francisco Reina en el que se narra la historia de amor que Francisca Sánchez –su abuela– vivió con el poeta Rubén Darío. “Como colofón al acto podrías leer el poema que le dedicó a mi abuela”.
Acepté, y después de mucho preparármelo no pude hacerlo porque llegué tarde por un atasco. Lo hizo –muy bien– en mi lugar Teresa Campos, que presentó el libro junto a Ana Rosa Quintana. La Villacastín fue la primera que confió en mí televisivamente hablando. Le hice una entrevista para ‘Pronto’, le gustó y a la semana siguiente ya estaba trabajando en ‘Extra Rosa’ comentando las revistas. Rosa y Ana Rosa formaban un tándem atractivo. A las dos les gusta pasárselo bien, reírse y disfrutar. Charlando con Ana Rosa le confesé que lo peor que me podía pasar sería tener que hacer las mañanas; no estoy hecho para levantarme a las cinco de la madrugada. “Lo mismo pensaba yo y mira donde estoy”, me dijo ella. O sea que, en esta profesión, mejor no pensar en lo que te puede llegar. Me encuentro con Isabel Gemio y al cruzarse nuestras miradas le digo: “¿No nos vamos a saludar?”. De verdad que intento recordar lo que me dijo pero no logro hacerlo. El encuentro fue tan tenso que mi cerebro lo borró al instante. El caso es que no nos dimos dos besos, o sea, que no nos saludamos porque ella no quiso. Nada que objetar: su actitud me parece coherente. Sí tengo que decir que estaba guapa.