Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

"He pasado el noventa por ciento de los domingos recuperándome del pasote de la noche del sábado"

Domingo por la mañana. Madrugón. P. y yo nos hemos levantado a las ocho y media de la mañana. Y lo que es mejor: sin una gota de resaca.

Ayer fuimos buenos y a las doce ya estábamos durmiendo. Recuerdo los domingos de mi infancia, cuando mi madre iba a comprarle a mi padre fresas con nata a un puesto ambulante que ponían cerca de mi casa. Los de la adolescencia y los paseos por la Rambla de Badalona con mis padres, mucha felicidad, muchos planes. Luego he pasado el noventa por ciento de los domingos recuperándome del pasote de la noche del sábado, que es como se deben pasar los domingos de la primera juventud. Domingos en los que la cama se convierte en cómplice de multitud de historias, en una singular casa de huéspedes de las que dan un poquito de pena. Yo antes era de dormir como un ceporro y mi madre se ponía de los nervios porque no le gustaba que su hijo fuera tan gandul. Ahora, sin embargo, me gusta madrugar y tener el día entero para mí. Hacer planes, diseñar la jornada, trastear. Debe de ser una manera muy primaria de luchar contra la muerte.

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