La magia de un programa como ‘Supervivientes’ radica en que resulta imposible saber quién se va a alzar con el premio final hasta que la edición está muy avanzada. La dureza del concurso es tan grande que no sabes cómo van a reaccionar los concursantes cuando aterrizan en las localizaciones. Muchachos fornidos se han venido abajo al pisar los cayos y gente por la que no apostarías ni un duro se han crecido ante las adversidades y han llegado lejísimos.

Nada está escrito y tampoco la popularidad es un valor seguro. El año pasado, sin ir más lejos, se alzó con el triunfo un desconocido: Jorge. En esta edición se perfila como uno de los candidatos a convertirse en ganador el manchego José Luis. Es un superviviente nato. Está disfrutando con la experiencia, pesca como si no hubiera mañana, se deja la piel en las pruebas y lo principal: su manera de ser ha conectado con el público. Es un hombre sencillo, sin ínfulas, cercano.

El resto de concursantes señalan que practica el doble juego, que tiene otra cara muy distinta cuando las cámaras no están delante. No sé si será verdad, pero tampoco me parece un argumento para echar por tierra su participación. No podemos olvidar que estamos hablando de un concurso y que cada uno es libre de utilizar la estrategia que más le convenga.

También se ha proclamado finalista Laura Matamoros. La hija de Kiko cuenta con una importante legión de fans desde que se diera a conocer en ‘Gran Hermano VIP’. Sus defensores apuntan que su principal virtud es la sinceridad, algo en lo que también coinciden sus detractores porque sostienen que tampoco es plan de que los demás te cuenten lo que piensan de ti cuando no tienes ningún interés en saberlo. Laura arrastra a un público juvenil muy activo que se ha movilizado en masa para salvarla de varias nominaciones.

No sabemos quién estará al lado de José Luis y Laura la gran noche de la final, pero en cualquier caso se augura una noche de máxima tensión teniendo en cuenta que tanto uno como la otra son dos personajes con muchísimo tirón. Auguro audiencia apoteósica.