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La noticia amenazaba con ponernos cachondos: Isabel Preysler está enrollada con Florentino Fernández. Las lenguas comenzaban a afilarse: “La Preysler vuelve a enseñar la patita”, “Florentino tiene pasta para aburrir”, “Debe estar aburrida de ser la perfecta casada”.
Sin embargo, la noticia ha ido perdiendo fuelle día tras día y nadie se atreve a poner la mano en el fuego por la existencia de ese romance. Por mi cuenta comienzo a elucubrar cómo nos lo tomaríamos los que nos dedicamos a estos asuntos y concluyo que con cierto desapego. En su día Preysler nos parecía algo así como la encarnación de la lujuria por sus rupturas sentimentales, pero con el paso de los años la mamá de Tamara ha ido adquiriendo rango de esposa modelo. Antes la criticábamos porque éramos unos pacatos y ahora por aburrida, sentimentalmente hablando. De todas maneras, puede estar tranquila. La posteridad la tratará con más cariño que a Carmen Martínez Bordiú. La nieta de Franco está abocada desde hace ya algunos años al desguace mediático.