Gracias al fútbol no tengo ‘Deluxe’ y enrollo a P. para irnos a la playa; necesito coger fuerzas para enfrentarme pletórico a los fastos del quinto aniversario de ‘Sálvame’. En Madrid, antes de subirnos al AVE, nos encontramos a Julia Otero. Nunca antes habíamos coincidido. Nuestra charla se ve interrumpida por la irrupción en escena de una niña de no más de siete años que lleva en su cabeza una de esas coronas que dan con los Happy Meal en las cadenas de hamburgueserías. “¿Tú eres Jorge?”, me pregunta con ilusión. Al responderle que sí suplica con inocencia: “¿Te puedo dar un abrazo?”. Cómo resistirse a esa petición. Me dice que ve ‘Sálvame’ con su abuela. Es decir, que el programa que presento sirve para fomentar las relaciones familiares. Eso no se lo cuento a Otero porque mi tren va a salir aunque la escena nos ha provocado una sonrisa a los dos. Me gusta ver a Julia Otero sola en la estación, sin esa corte que a veces llevan algunos/algunas para que se note más que están allí.