El jueves me citan en Mediaset para grabar las promociones de GH17. Mientras estoy charlando con un compañero me encuentro a la cantante Karina y me lanzo hacia ella para fundirme en un abrazo tan emotivo que haría llorar a las piedras. Sí, sé que suena cursi, pero es que le tengo mucho cariño. Cuando yo empezaba en esto le hice una entrevista en Marbella y cuando la vio publicada llamó al teléfono fijo de la casa en la que por aquel entonces vivía en Madrid para darme las gracias. Yo había salido y cogió el recado mi padre, que había venido con mi madre a ver cómo estaba el niño. O sea, yo. Creo que hablaron durante un buen rato y mi padre estaba muy emocionado porque ella había estado muy agradable. Cuando me la cruzo por los pasillos se dirige al plató de Mujeres y Hombres y Viceversa porque la han contratado como asesora del amor. Y me dice: “Jorge, cuando me llamaron para ofrecerme el trabajo me quedé tan sorprendida que les contesté: “Soy Karina, ¿no os habréis equivocado?”. El detalle me parece tan tierno que le vuelvo a dar otro abrazo.

Luego me encuentro con Terelu y la felicito por “Las Campos”. Escuchamos por detrás la voz de Mayka Navarro que dice: “Voy a saludar a la estrella” y estoy a punto de volverme para darle un beso pero resulta que para ella la estrella es Terelu. Qué pronto nos olvidamos de los reyes de la televisión.

Al día siguiente veo a Ana Rosa intentando entrevistar a Miguel Ángel Revilla. El presidente tiene problemas con el retorno y se cabrea ligeramente. No me sorprende porque yo creo que en realidad tiene muy malas pulgas pero las disimula. A los pocos segundos Quintana le pregunta: “¿Ha dejado de escucharse a sí mismo?”. Y me parece que sin quererlo Ana Rosa le ha hecho la pregunta más pertinente que se le puede hacer a Revilla porque, efectivamente, él no ha hace otra cosa que escucharse a sí mismo. En bucle, en repetidas ocasiones, siempre. Como el sonido no acaba de funcionar del todo bien Revilla habla más despacio de lo habitual y entonces su forma de expresarse se equipara a la de un cura antiguo aficionado a sermonear a sus feligreses. Caso curioso el de Miguel Ángel Revilla: sin dejar de escucharse a sí mismo, parece que preste mucha atención al lo que sucede alrededor.