Primer fin de semana –que yo recuerde- de calor abrasador en Madrid. El buen tiempo me pone cachondo. Me pone la pila. Me da marcha. No me cuesta madrugar, me encuentro de mejor humor y la vida se me hace más llevadera. Detesto el frío y los días grises. Me encantaría vivir en un país donde no existiera el invierno y nos pasáramos todo el día bebiendo ron y bailando vallenato. Mientras espero que llegue ese ansiado momento obligo a P. a que me fotografía en la piscina de casa para recordar que un siete de mayo fui muy feliz.