Doble ración de Risto. Por la mañana grabo con él ‘Viajando con Chester’ en el Joy Eslava de Madrid –me lo paso muy bien, gana mucho en las distancias cortas– y por la noche viene precisamente a promocionar la tercera temporada de su programa al Deluxe.

Durante la conversación me pregunta si estoy a favor de la consulta en Catalunya. Respondo al instante que sí y minutos después empiezo a preguntarme si habré hecho bien en manifestarme. Y muchos minutos después me produce inquietud haberlo hecho. Al día siguiente me cabreo conmigo mismo por haber sentido temor a la hora de expresar mi opinión. No me da la gana tener esa sensación aunque es difícil controlarla porque te das cuenta de que en este tipo de situaciones la gente no está muy dispuesta a escuchar.

Alguien  escribe en un foro que si soy independentista que me vaya a mi tierra y que me contraten allí para trabajar. Y así, muchos más comentarios. El hecho de que esté a favor de la consulta no quiere decir que yo votara “Sí”. No sé lo que votaría, principalmente porque nadie se ha encargado de explicar con claridad lo que significaría una Catalunya independiente. Supongo que, sentimentalmente, para muchos catalanes resultaría maravilloso separarse de España pero ¿es algo que puede llevarse a la práctica?

No lo sabemos porque nadie se ha encargado de aclarárnoslo. Quizás porque no les interesa o porque no lo saben. Y bastante escaldados estamos ya para que una ideología nos precipite al abismo. No soporto ni el contundente “Cataluña es España” ni el tramposo “España nos roba”. Que dialoguen. Nos lo merecemos.