Hace un par de semanas me invitan al ‘Deluxe’ para hacerme una entrevista y llego al programa feliz, con ganas de ver a mis compañeros. Llevo un mes y medio sin ir, así que las declaraciones de Belén Esteban sobre Rosa Benito –ligeramente incendiarias–, las movidas de Kiko Rivera y demás trascendentales asuntos me suenan a cuento chino. Pero no quiero hacerme el listo. Todo esto lo produce la perspectiva, la lejanía, el estar fuera del plató. Cuando vuelva a ‘Sálvame’ hablaré como si no hubiera mañana sobre las estrategias de Rosa Benito. Tengo ganas de volver. Le debo tanto al programa que me siento en deuda con él. Me rescató del olvido y me colocó en una situación privilegiada. Me siento muy bien con mis compañeros y me gusta que vaya apareciendo gente con la que había trabajado anteriormente. Como Jesús Manuel. Coincidimos en la época de ‘Aquí hay Tomate’. Era tan gamberro como divertido. Con su buena dosis de mala leche pero buena gente. Le perdí el rastro hasta que empecé a verlo en otros programas de televisión hablando muy serio sobre la duquesa de Alba, Alfonso Díez y demás augustas personalidades. Lo notaba un pelín descolocado, demasiado contenido. Desde que ha aterrizado en ‘Sálvame’ creo que ha encontrado su hábitat natural. Personalmente me hace mucha gracia. Tiene poco sentido del ridículo y mucho sentido del show. Es uno de los grandes fichajes del programa. Intuyo que nos va a proporcionar muchas alegrías.