De todo el discurso que pronunció Contreras Jr. en el ‘Deluxe’ hay algo que se me quedó grabado: “Nosotros no tenemos a quien nos defienda en los platós”. Según su teoría, la plana mayor de los colaboradores que trabajan en televisión prefieren dorarle la píldora a Fran Rivera para que cuando este entre por teléfono en algún programa les trate con deferencia. Y puede que Julianín tenga razón. Viste más ponerse al lado del poderoso. De toda la saga, los Contreras son la rama pobre, triste, perdedora, esa parte de la familia a la que invitas a las celebraciones por inercia, no porque tengas muchas ganas. Si en algún momento padre e hijo llegaron a producirme hartazgo, ahora me provocan ternura. Son dos seres desasistidos incapacitados para reinsertarse en una realidad que no les es propicia. El padre ha claudicado y el hijo lucha sin fuerzas. Durante una de las publicidades, mientras los colaboradores salen del plató a fumar, yo  me quedo con ellos y acabamos hablando de animales. Tanto el padre como el hijo me confiesan que son firmes  y convencidos antitaurinos. Y al día siguiente yo me pregunto: a ver si ahí va a estar la clave del distanciamiento familiar. Porque Fran, lo ha demostrado en público en numerosas ocasiones, tiene poca correa con los que no se rinden ante su trabajo.