El viernes por la noche Belén estaba muy preocupada porque pensaba que el público la iba a señalar como la culpable de la hospitalización de Toño. Cierto tipo de prensa que tiene muchas ganas a Belén no dudará en señalarla como la malvada señora que estuvo a punto de arruinarle la vida a su examigo-confidente-hermano-representante. Pero a mí lo que me vale en estos casos es lo que piensa la gente de la calle, la que se manifiesta sin filtros, la que expresa sus pensamientos sin obedecer a líneas editoriales dictadas por jefes. Así que ahí voy. El sábado estuve firmando ejemplares de ‘Último verano de juventud’ en Leganés y no sólo no hubo ni una sola persona que me dijera “Pobre Toño” sino que ninguna me preguntó por él. Todas, repito, todas las personas que aprovecharon para referirse al tema –y no fueron pocas– me dijeron: “Dale muchos ánimos a Belén”.  Que cada cual saque sus conclusiones.