Entiendo que Pedro Sánchez no llame a Casado. Yo haría lo mismo. Imagino que tengo que hablar con él y me entra un vacío superexistencial, o sea, muy existencialista. Lo mismo me sucede si pienso que tengo que descolgar el teléfono para hablar con Teodoro García Egea o Cayetana Álvarez de Toledo. Fíjate lo poco que me apetecería hablar con ellos que prefiero que me expulsen del Tinder de por vida, para que te hagas una idea del perezote.

Que estas tres personas ocupen cargos de tanta responsabilidad no es malo para el PP, sino para el país entero, que ha perdido la ilusión de quitar a los unos para meter a los otros porque los otros son como esa atracción de feria que te conduce a un triste pasado. Al pasado donde impera una estricta moral, unas costumbres que ellos consideran buenas y una estricta separación de clases en la que los más pudientes puedan criar Jaguars en los garajes de sus casas.

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Casado habla de España como si fuera una parcela familiar. Y como esa parcela es suya, cree que todos deben pensar como él, sentir como él y vivir como él y su paterfamilias –Aznar– dictaminen. Y los que no lo hagan serán tachados de irresponsables, hippies u okupas. Yo no quiero pertenecer a su España/parcela y no por eso no me considero español, que es algo que no sé por qué no le entra en la cabeza. Soy español como quiero serlo. Casado me aburre y eso, siendo yo votante de izquierdas, no me alegra, sino que me parece descorazonador. Porque lo que necesita un gobierno es una oposición implacable que le obligue a vivir permanentemente en alerta. Y cuando digo lo de ‘oposición implacable’ no me refiero a competir por ver quién la tiene más larga. Es saber estar en silencio cuando corresponde, tarea fácil cuando uno tiene el don de la oportunidad, que no es el caso.

Ir tomando nota, no añadir zozobra a una realidad inquietante. ¡Ay, el miedo! Desconfiad de aquellos que lo utilicen como arma para teneros dominados.Pablo Casado no cumple ninguno de los requisitos para proporcionar confianza a un país atemorizado.La peor versión de Pedro Sánchez es la mejor de Pablo Casado. Deberían ir advirtiéndoselo y empezar a buscarle recambio, porque la versión milenial de José María Aznar ya está amortizada.