Esto no se lo he dicho nunca por pudor pero cuando yo era adolescente y vivía en Badalona le escuchaba todos los días en ‘Protagonistas’ con Luis del Olmo. Y soñaba con conocerle.

 

Con los años no sólo le conocí sino que hemos trabado una relación muy especial. Él dice que tenemos un sentido del humor muy parecido y puede que sea verdad: sentimos atracción por lo burdo, lo burro, las bestialidades y todo lo que te empuje al humor más negro. Creo que nos atrae lo sórdido porque nos encanta la vida. Sólo la amas si conoces sus vertientes más oscuras, de ahí que Jimmy Giménez Arnau y yo nos riamos de las mismas cosas.

 

Con él me pasa como con Matamoros, que cuando los veo descojonarse de risa no puedo controlar la mía y así no hay quien saque adelante un programa.

 

A Matamoros lo tengo muy calado: cuando suelta algo muy serio que a mí me suena que nos la está metiendo lo miro, le entra la risa y su argumento pretendidamente destructivo se va a tomar por saco. A Jimmy lo tengo mucho más calado porque le conozco de hace más años. Es una de las debilidades de uno de mis jefes y me alegro porque así me lo llevan semana tras semana al ‘Deluxe’. Y todos los viernes sucede lo mismo: nos llevamos las manos a la cabeza siempre que suelta alguna barbaridad e incluso aparentamos escandalizarnos cuando en el fondo lo que deseamos es que la que vaya a soltar inmediatamente después sea más heavy que la anterior.