Este es el último blog que escribo desde Menorca. Comienza la cuenta atrás, la incorporación al trabajo está al caer: el dieciséis en 'Sábado Deluxe'. Qué sensación más extraña la vuelta. De vez en cuando, me sorprendo sintiendo nervios en el estómago, y no me hace ninguna gracia porque me avisan de que estamos a punto de dejar otro verano atrás. Adiós al no hacer nada, a disfrutar perdiendo el tiempo, a dejarlo todo para mañana o incluso pasado mañana.

Han sido unas vacaciones distintas a las que solíamos hacer. Hacía muchos años que no veraneábamos en España -más de diez, creo- y hemos tenido que enfrentarnos a situaciones inéditas para nosotros: por ejemplo, la presencia de paparazzis en la puerta de casa. Cuatro coches llegamos a contar un día. Pero la presencia máxima de compañeros se produjo cuando estuvieron con nosotros Mila y María: creemos que llegaron hasta seis. Y un día, volviendo de una excursión, se cayó uno de un árbol que hay cerca de casa, como si fuera una fruta madura. En cualquier caso, no podemos decir nada negativo. Un día les pedimos si era posible posar para ellos antes de almorzar para no tener que estar pendiente de los objetivos. Aceptaron nuestra propuesta y desaparecieron. Así que agradecimiento infinito.

Ahora es mi familia la que está con nosotros: mi madre, mis dos hermanas y mis dos cuñados. Mientras escribo, ellos están jugando al dominó: a cinco céntimos si se gana con capicúa, y a ochenta si se hace 'capirreal'. Hace un rato, se ha producido un conato de enfrentamiento porque han intuido que mi cuñado avisaba a mi hermana para que, al menos, ganara alguna ronda, y mi madre ha actuado de manera tajante: "Durante el juego, no se habla de la partida". Así que mientras van poniendo fichas hablan de cosas tan interesantes como qué métodos utilizar para limpiar mármoles. O de aquella vez que mi hermana Ana iba paseando por Montecarlo y se encontró varios puestos de esos pececitos que te muerden las pieles de los pies. "¿Y cuánto costaba?", le pregunté. "No lo sé, pero era barato porque me lo hice".

P. me acaba de contar que ayer se fueron a dormir a la una de la madrugada dándole a las fichas. Mi hermana Esther osó decir un cuarto de hora antes que tenía sueño, y mi madre le ordenó que se fuera a lavar la cara con agua fría a ver si se le pasaba.