Al día siguiente, sábado, mientras P. y yo nos estamos empujando un almuerzo de primera en El Paraíso de Punta Umbría –el restaurante hace honor a su nombre– recibo un mensaje de Juan Carlos Rubio. Al contarle dónde estoy contesta inmediatamente: “Qué casualidad. Esta noche se estrena en el Gran Teatro de Huelva una función con versión mía”. Y a las nueve de la noche allá que nos plantamos para ver ‘Al final de la carretera’, con Melani Olivares, Marina San José, Raúl Peña y Manuel Baqueiro. Se habla con humor de la crisis de los cuarenta, de los sueños perdidos, de ilusiones frustradas y de resignaciones existenciales. Tengo especial debilidad por Melani, también de Badalona, con la que seguro que he coincidido en Pinzell porque somos de la misma quinta. Era ésta una discoteca que no pasaba de ser un quiero y no puedo, el lugar donde aparcábamos los chicos de barrio a los que se nos impedía entrar en Titus. Melani es muy buena actriz pero además es combativa, generosa, guerrillera con una risa contagiosa y pocas ínfulas de estrellona. P. y yo somos muy de Melani y de Marina San José. Nos hicimos fans de Marina después de verla en la función ‘Hermanas’. Es carne de teatro. Consigue acaparar todas las miradas en cuanto aparece en escena. Si yo fuera más joven llevaría mi carpeta repleta de fotos de ella. La función va a ir estupendamente: adjunto curiosa foto que hicimos en un estanco y que luego le pasamos a Melani. A los pies de un Cristo, el cartel de la obra. Desde luego, amparo no les va a faltar.