El seis de enero escribo un tuit que dice: “Hoy, última función de Iba en serio en Madrid. No te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Jamás”. Intentaba hacer una gracia al hilo del tuit que Cayetana Álvarez de Toledo escribió después de que su hija de seis años se escandalizara en la Cabalgata de Madrid con el traje del Rey Melchor.

Twitter Jorge Javier

Ante mi sorpresa, comienzo a leer comentarios tipo “Quién te has creído que eres para que vaya a verte Manuela Carmena”, “Menudo ego tienes”, “Vaya humos que te gastas, no soporto tu egocentrismo” y similares. Flipo. Estoy a punto de escribir otro tuit especificando que intentaba ser irónico pero estoy convencido de que entonces habría muchos que se rebotarían contra mí por menospreciar la inteligencia de mis seguidores. Las redes tienen muchísimo de positivo pero a veces son tan víctimas de la inmediatez que se convierten en ridículas. Desaparece la reflexión en aras de la crítica rápida, a veces ofensiva. A la gente le pone cachonda ser implacable con la gente popular, quizás porque piensa que tiene el deber de recordarnos continuamente que somos tan mortales como los demás y que tenemos, como mínimo, las mismas miserias. Algo que, por otra parte, ya sabemos. El afán de acertar con la frase lacerante está consiguiendo que nos olvidemos de la capacidad de gozar. Eso y que hay mucho amargado suelto, no nos olvidemos.

 

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