Por MERCEDES CASTRO

 

"Todavia disfruto con mi familia, me río y siento. Así que creo que no es el momento de morir". Las palabras de Brittany Maynard, grabadas en un vídeo el 13 de octubre, dejaron en vilo a medio mundo, puesto que la joven, enferma de cáncer, había anunciado que se mataría el 1 de noviembre para no hacer sufrir a quienes quiere. Pero ahora, sabiéndose enferma aunque sintiéndose sana casi todo el tiempo, ya no sabe qué hacer. "Si llega el 2 de noviembre y sigo viva, sé que seguiremos avanzando como familia, amándonos todos, y que esa decisión llegará más tarde". 

 

Finalmente, ni las sonrisas de lo ssuyos lograron convencerla de lo contrario y el sábado 1 de noviembre, Maynard moría, tal y como había planeado. Era lo único claro de la historia: no tiene final feliz, a pesar de que Brittany Maynard, su protagonista, aparezca en las fotos radiante y enamorada el día de su boda, o feliz y abrazada a su perro Charley. Pese a su sonrisa y el brillo de sus ojos, a estas alturas ya sabemos que Brittany es real, está enferma y va a morir. La fecha la ha elegido ella.

 

Todo comenzó después de su boda. Brittany se casó en septiembre de 2012 ilusionada con la idea de ser madre pronto, pero unos fortísimos dolores de cabeza comenzaron a hacerle la vida imposible. Tras un largo periplo médico, la cruda verdad llegó en forma de diagnóstico a principios de enero: tenía un glioblastoma multiforme, la forma más letal de tumor cerebral. Sufrió varias operaciones muy agresivas, pero en abril los médicos le anunciaron que el cáncer era imparable. Le quedaban seis meses de vida.

 

Entonces Brittany tomó su decisión: no quería apagarse poco a poco, cada vez más deteriorada pese a los cuidados paliativos. Quería ser dueña de su destino, poder decidir acabar cuando la vida se le hiciera insoportable, no cuando la muerte se adueñara de ella.

 

Para ello ha tenido que hacer no pocos sacrificios, como mudarse de California al estado de Oregón, donde las leyes permiten la muerte asistida, e iniciar una serie de largos trámites burocráticos.

 

Ahora, Brittany lleva siempre consigo las pastillas que le permitirán morir y había decidido usarlas el 1 de noviembre, dos días después del cumpleaños de su marido, rodeada de su familia, en paz y en su cama.

 

Pero antes ha grabado un vídeo explicando su decisión. Sabe que no todos tienen como ella recursos para mudarse a uno de los cinco estados de su país que permiten la eutanasia, y busca promover que esta sea legal en Estados Unidos para que una muerte digna esté al alcance de cualquier enfermo terminal.

 

Ahora su nación está embarcada en un intenso debate sobre la eutanasia. Es lo que ella desea. Sin embargo, no llegará a conocer sus futuras consecuencias. Para entonces Brittany ya no podrá verlo.