¿Cómo tomas el champagne? ¿Sabes cuál es la mejor copa para disfrutar de la exquisitez del espumoso francés? Actualmente la copa Flauta se ha convertido en la preferida de los consumidores, pero no siempre fue así. Con motivo del Día Internacional del Champagne, 24 de octubre, la Maison Louis Roederer da a conocer las peculiaridades de los tipos de copa más habituales con las que se sirve esta auténtica joya para el paladar.

 

¿Quién le iba a decir a esta bebida espirituosa digna de nuestras celebraciones que la mismísima top model Kate Moss iba a tener su propia copa del molde de su propio pecho donde el pasado 7 de octubre tuvo la presentación en el exquisito May Fair, 34 de Londres?

 

¿Cuál es la mejor copa para tomar el champagne?

 

Copa Pompadour

 

Cuenta una leyenda que la primera copa diseñada únicamente para champagne fue la Pompadour, elaborada en porcelana a finales del siglo XVIII bajo encargo de María Antonieta, la esposa del rey Luis XVI, tomando como modelo su seno izquierdo. Pero la cultura popular se encargó rápidamente de atribuir el molde al seno de Madame de Pompadour, la amante del rey, quien dio nombre final a la copa.

 

La realidad, sin embargo, es mucho más prosaica y sitúa su nacimiento en 1663 como encargo del Duque de Buckingham a un artesano veneciano. No obstante, la Tazza, como se llamaba en un principio, no se popularizó hasta finales del siglo XIX.

 

Sea como fuere, la copa Pompadour se caracteriza por ser muy abierta, lo que permite beber con mayor rapidez, y ligeramente cerrada por los bordes, consiguiendo así que su contenido se mantenga en su interior a pesar de los vaivenes de la mano que la sostiene.

 

Su elegancia y capacidad para sostener mejor el champagne la convirtió en la reina de fiestas y guateques desde los años 30 hasta mediados de los 70. Sin embargo, en los últimos años ha sido lentamente substituida por la Flauta, aunque sigue siendo muy popular entre británicos y rusos.

 

Copa Flauta

 

La copa Flauta está considerada como superior a la Pompadour, cuyo gran diámetro deja escapar el gas e impide que los aromas se concentren, siendo actualmente la copa más usada para los brindis en un sinfín de celebraciones.

 

Con ella,  además, los amantes del buen champagne pueden sostener la copa sin afectar la temperatura de la bebida.

 

Su forma larga y estrecha además permite observar como suben las burbujas bailando hasta la superficie. Su origen es galo-romano, y aun siendo una de las copas más antiguas que existen, actualmente se asocia prácticamente a los vinos espumosos.

 

Copa Tulipa

 

Sin embargo, ninguna de las dos es considerada la ideal para el Champagne. Para los expertos, la mejor copa para servirlo es la Tulipa, una forma mejorada de la Flauta, pero con curvas. Su anchura en el centro y su ligera estrechez en el extremo no son fruto de ningún capricho artesanal.

 

Gracias a su forma se consigue respetar la temperatura, evitando que el carbónico se escape, pero posee la curvatura necesaria para que los aromas se concentren, ofreciendo una experiencia olfativa muy superior a las anteriores.

 

Por último, si hablamos de un gran champagne, los expertos también recomiendan las copas de vino blanco, más abiertas en la base, que potencian los aromas a pesar de perder más carbónico que con la Tulipa.

 

Sea cuál sea tu copa preferida, ten en cuenta el champagne que contiene. Si tiene mucho carbónico puedes usar la Pompadour; si te gusta frío, la copa Flauta es la ideal; y si quieres disfrutar de su aroma, sin dudarlo tu copa es la Tulipa.

 

Independientemente de la copa, lo que se debe procurar es que contenga un vino espumoso de gran calidad como el mítico Louis Roederer Cristal Rosé 2002, considerado recientemente el mejor champagne del mundo en los The Champagne & Sparkling Wine World Championships.