Por CONCHI ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS

 

Hoy 23 de octubre llega a las estanterías de toda España el libro de una de las ARTISTAS con mayúsculas de nuestro país. En ‘El éxito se paga’ de RBA, Concha Velasco se ha abierto como nunca antes para relatar, con todo lujo de detalles, los pasajes de su vida que la marcaron. Una vida, que, como todas, ha estado plagada de alegrías y también de penas. Las últimas se las provocó la enfermedad a la que le plantó cara la primavera pasada, y otras, han estado relacionadas con sus parejas. “Siempre he ido a enamorarme de quien no debía”, dice.

 

La estrella que iba en calcetines

 

Se considera insegura, “cargada de complejos”, pero a juzgar por lo claro que tuvo desde pequeña que sería una gran estrella, nadie lo diría. Se sabía con arte y con gracia, dos cualidades fundamentales para triunfar sobre el escenario. Y eso fue lo que hizo. Antes de que dejara de llevar calcetines, ya era corista y tenía a sus pies una legión de fans que bebían los vientos por “Conchita, la morenita por la derecha”, donde siempre se colocaba cuando actuaba con Celia Gámez.

 

Esta época de primer contacto con el auténtico trabajo del artista, mucho esfuerzo y escasas recompensas, está llena de anécdotas que la convirtieron en la mujer optimista y llena de vida que es hoy.

 

Los amores de su vida

 

De la mano de Concha pasearemos por su lista de amores, esos que la dejaron inevitablemente marcada. Como Luis Sáez de Heredia, casado y con el que pasó 11 años de su vida. De él aprendió algo muy importante, a no volverse a fijar nunca más en hombres comprometidos. Sólo le traían problemas a la joven Conchita. Y cada vez que sentía la tentación, la artista desarrolló una estrategia: hacerse íntima amiga de la pareja de su interés amoroso.

 

Una parte destacada en su biografía, ‘El éxito se paga’, es la dedicada a Paco Marsó, el padre de sus hijos. El hombre al que más quiso y quien más le hizo sufrir. “Paco es parte profunda e importante de mi vida y lo único que de verdad lamento es que él no me quisiera o no me supiera querer”.

 

Querida como pocas, Concha Velasco se puede llevar a gala no sólo tener una familia que se ha volcado con ella, especialmente estos meses durante la enfermedad, sino también tener unos amigos dentro de la profesión de esos que ya no quedan y a quienes agradece que hayan estado siempre ahí.

 

Por fin Concha cuenta eso que siempre quisimos escucharle. Un relato de una vida digna de ser vivida y de ser relatada.