Por CONCHI ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS

 

Después de que la juez Tholozile Masipa declarara ‘no culpable’ al excorredor Oscar Pistorius por el asesinato premeditado de su novia, la modelo Reeva Steenkamp, ha considerado el viernes 12 que ‘Blade Runner’, sí que es culpable de homicidio involuntario. Masipa sostiene, además, que disparó de manera negligente el arma y con demasiada precipitación.

 

El velocista se ha librado así de la cadena perpetua a la que se enfrentaba si la magistrada lo encontraba culpable de asesinato premeditado, pero como esto no ha sido así, le espera una condena menor, que podría llegar a los 15 años de cárcel para él. 

 

Del Olimpo al infierno

 

Oscar Pistorius pasó a la historia por haber sido una verdadera leyenda olímpica, capaz de superar su discapacidad con grandes dotes de sacrificio y, sobre todo fuerza de voluntad. Así, Pistorius llegó a ser el primer atleta discapacitado en participar en unos Juegos Olímpicos. Para ello se valió de unas prótesis de carbono que, si no le otorgaron una medalla en los juegos, sí que le garantizaron el convertirse en el ganador moral de todas las carreras en las que participó en 2012.

 

Oscar, nacido en Sandton, Sudáfrica, perdió las dos piernas a los 11 meses de edad, por lo que prácticamente toda su vida ha tenido que vivir con esta dificultad, que jamás le frenó a la hora de cumplir sus sueños, por muy lejanos o imposibles que estos parecieran. Así, y gracias a su insistencia, logró hacerse un hueco en el equipo olímpico de atletismo de su país, con el que llegó a Londres 2012 dispuesto a hacer historia. Y así fue.

 

Su descenso a los infiernos tuvo lugar cuando, el día de San Valentín de 2013, un año después de haberse convertido en todo un mito, su novia, la modelo Reeva Steenkamp, moría en su propia residencia después de haber sido abatida a tiros. El que empuñaba el arma no era otro que Oscar.

 

La pareja llevaba saliendo desde hacía algunos meses. Vivían juntos en la casa que Pistorius posee en Pretoria, y donde se desató el drama. ‘Blade Runner’, como es conocido por sus prótesis, siempre ha sido aficionado a las armas, practica la caza y cuenta con una nutrida colección de pistolas. Tan sólo en su habitación, el corredor tenía a mano un revólver y una metralleta, así como diversos bates. Su fuerte miedo a ser atracado lo hacía estar armado hasta los dientes. Según sus propios vecinos, además de escuchar pelas domésticas, era habitual oír disparos provenientes de su casa, puesto que a Pistorius le gustaba practicar a cualquier hora del día, o de la noche, si el sueño no le visitaba.

 

Fue una de sus armas de fuego la que acabó con la vida de Reeva la noche del 14 de febrero. Él siempre ha mantenido la versión de que si la utilizó, fue porque creyó oír un intruso en su domicilio, anticipándose así a cualquier acción por parte de éste. Pero la realidad fue otra bien distinta. No se trataba de ningún ladrón, ni tan siquiera de un desconocido; la diana de sus disparos fue su chica, Reeva, que falleció en el acto.

 

Un amargo camino hasta conocer la sentencia

 

Desde febrero del 2013, Oscar ha recorrido un amargo camino. Sus patrocinadores le dieron la espalda, la opinión pública lo acribilló y su padecimiento no hizo más incrementarse cuando comenzó el juicio, en el que se enfrentaba a la acusación del asesinato de Reeva Steenkamp.

 

Desde que comenzó el juicio, se vio a un Pistorius al límite, sobrepasado por las circunstancias y muy afectado con la muerte de la modelo. Sin ir más lejos, mientras se leían los detalles de la autopsia realizada a la joven, el corredor experimentó tales náuseas que terminó por vomitar en la sala del juzgado.

 

Siempre se ha mantenido fiel a su versión de los hechos, que apuntan a un terrible accidente. Pero desde la acusación no se ha hecho más que aportar pruebas que demostraran que estamos ante un homicidio en toda regla, empezando por la posición de defensa en la que fue encontrada Reeva, o los mensajes cargados de terror que la modelo intercambió con el atleta semanas antes de morir.