“¡Vengo calentita!”. A Maribel Verdú la enerva el tema. Pero es imposible soslayarlo. Su discurso sobre el escenario con el Goya a la mejor actriz por 'Blancanieves' la situó en el ojo del huracán aunque ella puso océano de por medio.

Ahora es la embajadora de Eau de Rochas, han pasado varios meses, pero las entrevistas se suceden y recordar las cosas que se dijeron sobre ella la tensan aún sobremanera. “¿Que por qué criticaron lo que dije? Es lo de siempre, que quieren seguir manteniendo las Dos Españas”.

El momento que vive profesionalmente, que es dulcísimo con premios y laureles, no la arredra para denunciar lo que ve injusto, confiesa la actriz. “Me aterra que la gente se esté quedando sin trabajo, sin casa, gente muy cercana a mí. Como yo tengo suerte y me van bien las cosas, ¿no puedo hablar? ¿No puedo tener empatía con el que lo pasa mal? Es de pirados”. Y ella, asegura que, de pájaros en la cabeza, nada. “Quiero tener y tengo los pies muy aferrados a la tierra”.

 

No paras de recoger premios, Maribel…

- Este año me han caído todos con “Blancanieves”. Esta madrastra me ha dando mucho juego y, sobre todo, muchas cosas muy bonitas.

¿Estás contenta?

- Cómo no lo voy a estar…

Pero ¿no te da un poco de vértigo que ahora te llegue todo y después no sepas qué va a venir?

- Cariño, llevo treinta años en esta profesión. Trabajando. No es el primer año que, afortunadamente, me ha pasado. El año de 'El laberinto del fauno', ¡pumba!; el año de las 'Siete mesas de billar francés'; el año de “Y tú mamá también”, el de “La buena estrella”, ¡me lo dieron todo! Pero luego, ¡toma!, te caen dos años y medio que no trabajas. Estoy tan acostumbrada… Por eso creo que tengo los pies tan en el suelo. Además es algo que quiero tener y tengo: los pies aferrados a la tierra. Estoy tan habituada a que de repente no te llamen y estés en dique seco como a que te llamen y todo sean éxitos y parabienes. Lo único que hay que hacer es no creerse ni una cosa ni la otra. Ni eres muy mala si no te llaman, ni eres la mejor porque te den todos los premios. Hay que pensar en que lo bueno se pasa y lo malo también.

Sabiduría.

- No, experiencia. No magnifico nada.

Pero y ¿por qué sucede eso?

- Y yo qué sé. No sé. Pregúntaselo a la gente. Yo, después de 'Y tú mamá también', quería trabajar. Quería y lo necesitaba, perdóname, pero esto es así. Y llega otro año en que eres imagen de Rochas, de la campaña de El Corte Inglés. Son modas. De repente, una temporada todo y otras, nada. Lo importante es mantenerse. Estar siempre. Unas veces más escondidita, salir un poquito a flote, salir entera, después volverte a esconder. Lo peor es desaparecer del todo y que no haya vuelta atrás. Mientras puedas ser como el Guadiana, todo va bien.

La sobreexposición no es buena, ¿no?

- Cuando son momentos como los que estoy viviendo ahora, con una película que estreno mañana de Gracia Querejeta en Malaga (Quince años y un día), con campañas publicitarias, con premios… Es agotador. Tienes que hacer tu trabajo y parte de él es la promoción, las entrevistas, y es cansadísimo, porque tú misma te estás escuchando todo el rato contar lo mismo, te hartas de oírte, pero tampoco puedes inventarte cosas nuevas… Y te da hasta apuro. Apuro porque empiezas a salir en todas partes y claro, si yo fuera alguien de la calle diría: “Pero qué hartura! Qué hartazgo ver a esta mujer todo el rato!”… Pero tienes que hacerlo… Ahora, después del 14 de junio que se estrena la peli en los cines, voy a desaparecer del panorama por bastante tiempo. Un rato y adrede porque afortunadamente tengo trabajo en septiembre. Así que, junio, julio y agosto, que la gente descanse de mí.

¿Qué tienes en septiembre?

- Ya te lo contaré cuando llegue el momento.

Entonces, volvamos a hoy. En una misma noche viviste las dos caras de la moneda. El premio fue la cara, y me imagino que lo que llegó con tu discurso de agradecimiento en los Goya fue la cruz.

- Pues no llevé la cruz de ninguna manera. Estuve fuera de España, con lo cual, toda esa gente que pretendía hacerme daño no lo consiguió. No me enteré de nada. Me iba a los 'Spirits Awards' y me quedé en Estados Unidos diez días. Lo único que supe fue lo único que recibí: cientos y cientos de mensajes de gente increíble, maravillosa, gente que ni conocía, apoyándome. Y ahí es cuando dije: “Dios mío, Dios mío, ¿qué está pasando?”. Pero no quise enterarme. Solo recibir el aliento y el apoyo de la gente que me importa de verdad. Los demás pueden decir lo que quieran. El mejor consejo que he leído nunca es de Meryl Streep y yo lo cumplo a rajatabla: “No te busques jamás en Google” y yo jamás he escrito Maribel Verdú en internet. Lo peor fue que lo sufrió mi madre y mi familia, pero ha sido tan buena conmigo que lo único que me han dicho es: “Bel, estamos contigo a muerte. Lo que dijiste fue lo más generoso del mundo”. Y no hablo más del tema ¿eh? Se ha acabado.

Maribel, ¿por qué un artista no puede pronunciarse ante un tema social o político?

- Mi vida, porque esto es una cosa que se llama demagogia. ¿Solo puedo defender a las mujeres maltratadas si mi marido me maltrata? Si no es así, ¿no puedo? Yo colaboro con muchas ONG’s en contra de la ablación de la mujer, yo no estoy mutilada y ¿no me puede aterrar eso? ¿No me puede aterrar que la gente se esté quedando sin trabajo, sin casa, gente muy cercana a mí, porque yo soy una privilegiada y las cosas me van bien? ¿No puedo tener empatía con la gente que lo está pasando mal? Es tan tremendo que no pueda decirlo. Es de pirados. Explícate tú eso. ¿Que por qué criticaron lo que dije? Es lo de siempre; que quieren seguir manteniendo las Dos Españas. Y no hablo más.

Entonces, hablemos de perfume, del Día de la madre. ¿Te atreverás a ser madre?

- Voy a cumplir 43 años y si no lo he sido… Uno toma decisiones en esta vida pensadas, consensuadas. Y no me ha llamado. Respeto tanto a los que quieren tener hijos como quiero que respeten a los que no queremos tenerlos.

¿Y a tu madre, qué le has regalado?

- Mi madre ya tiene su bolsa de fragancias. Mi madre era de Eau de Rochas de toda la vida y cuando me propusieron ser imagen, lo primero que hice fue llamarla de la ilusión: “¡Mamá, no te lo vas a creer!” le dije. Y cuando se lo conté, ella me contestó: “Entonces, ahora no me faltará, no?”. Me partía de la risa.

¿Eres feliz?

- Mucho.

¿Como estás con tu chico?

- Ya te lo digo: feliz de la vida. Son 14 años con él de felicidad, de admiración, de respeto, de risas. Es lo mejor que me ha pasado en la vida.

¿Hay un secreto?

- Si lo hay, es nuestro. Que cada cual se busque el suyo porque no todos funcionan para todos.