Máxima ya es reina

Guillermo y Máxima
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A las dos en punto de la tarde, el nuevo rey de Holanda, Guillermo Alejandro hacía su entrada a la Iglesia Nueva de Amsterdam, el templo donde hace once años contraía matrimonio con Máxima Zorreguieta, hoy reina consorte de Holanda, que le acompañaba, espectacular, en azul zafiro con la tiara de diamantes sudafricanos y zafiros de Kashmir que el joyero Melleiro de París realizó en 1881 para la reina Emma.

Daba comienzo la ceremonia de entronización del nuevo rey de Holanda. Guillermo Alejandro, vestido de etiqueta, con corbata de lazo blanco y con el tradicional manto de armiño, entraba a la iglesia, donde le esperaban todos los invitados a este solemne acto.

En primera fila, junto a su abuela, convertida ya en princesa de Orange, le esperaban sus tres hijas, la princesa heredera Amalia y sus dos hermanas las princesas Alexia y Ariane. Todas eligieron, como mamá el azul zafiro. Tres vestidos diseñados, como los que llevaron en la ceremonia de abdicación de su abuela, por la diseñadora gallega Pili Carrera. La princesa Beatriz eligió también el azul zafiro para la investidura de su hijo como rey.

Tras Beatriz y las princesas Amalia, Alexia y Ariane, se sentaban el resto de miembros de la casa de Orange. El hermano del rey, Constantin, con su esposa Laurentien y su cuñada, Mabel y las hermanas de la princesa Beatriz.

Habían llegado poco antes los miembros del gobierno, de los estados generales y los príncipes herederos, entre los que destacaba la presencia de la princesa Masako, que ayer, a pesar de haber viajado junto a su esposo a Holanda, tras 11 años sin salir de su país, no acompañó a al príncipe Naruhito a la cena de gala ofrecida por la entonces aún reina Beatriz antes de su abdicación. Otra de las invitadas que brilló por su elegancia fue la princesa Letizia que, junto al príncipe Felipe, que lucía la gran cruz de la orden de Orange, eligió un vestido de encaje gris que combinó a la perfección con un tocado de plumas.

 

 

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