A las diez y media del sábado se planta Avelino en casa para llevarnos a Vitoria, donde esa noche recojo el premio Joan Ramon Mainat en el FesTVal.
Odio el coche, pero coger el tren suponía madrugón y el día anterior me metí en la cama cerca de las cuatro de la madrugada por el ‘Deluxe’. A los organizadores les escribí un mail advirtiéndoles de que el conductor tenía que ir despacito porque si no me bajaba. Está cumpliendo, aunque no dejo de mirar continuamente a cuántos kilómetros vamos.
Hoy nos hemos despertado con una buena audiencia: la vuelta de Terelu arrasó y Twitter ardió. Terelu es una tía que en petit comité no tiene ningún reparo en desnudarse emocionalmente y romper a llorar si la cosa se pone chunga pero en cuanto pisa un plató la cosa cambia. Se coloca una coraza para evitar que las críticas le hagan sufrir porque considera que bastantes le han caído ya a lo largo de su vida. Algunas ganadas a pulso y otras de regalo, todo sea dicho.
En su entrevista, fue de menos a más. Su mejor momento fue cuando confesó que, si llega a saber lo que pasó después, no se larga del programa. Desengañémonos: la televisión no es más que una sucesión de cromos perfectamente intercambiables.
Dejo de escribir en el coche porque no quiero llegar a la comida mareado, P. está nervioso porque va a conocer a Susanna Griso, otra de las premiadas con el Joan Ramon Mainat. Es súperfan.