La caída en desgracia de Rodrigo Rato no es buena para el PP, ni para el PSOE ni para Podemos ni para Ciudadanos. Es más: es mala para todos. Me parece ya una tarea imposible que se nos pida que confiemos en un sistema que hace aguas por todas partes. Está todo tan podrido, da tanto asco lo que han hecho con este país que lo único que nos queda por desear es que los que vengan roben lo menos posible. Que lo hagan de una manera más comedida para que así no tengamos que sufrir sus desmanes siempre los mismos. Dudo que nuestro país tenga solución. A estas alturas sólo podemos hacer acopio de resignación para que casos tan bochornosos como el de Rato –saldrán más, estoy convencido– nos duelan cada vez menos.