La veo el sábado por la noche en ‘Un tiempo nuevo’ pero bien podría haberla visto en ‘Las mañanas de Cuatro’, en ‘Al rojo vivo’ en La sexta o en la inauguración de un jardín de invierno en Écija.

 

Hacía referencia Sánchez Camacho a los casos de corrupción en Catalunya –Pujol, Millet– sin que se le moviera una pestaña, como si en su partido conocieran la corrupción sólo de oídas. Ser político debe ser eso: escandalizarse con la mierda de los demás pero no echar cuentas a la propia.

 

Que Alicia Sánchez Camacho tiene mucho morro es indiscutible. Pero después del consejo del rector de Georgetown a Pedro Sánchez –“espero que conduzca su país mejor que el GPS”, o algo así– no puedo dejar de pensar que si alguien como Sánchez Camacho es incapaz de gobernar su boca dudo que pueda hacerlo con Catalunya. Llamo a la Rigalt para preguntarle si ese pensamiento es machista y he aquí su respuesta: “No, porque ella no ha nacido así”. Entonces, aquí lo dejo.