Aprovecho que me quedo un fin de semana en Madrid para retocarme el cuello y ya de paso pincharme un poco la cara. Me lo hace todo Juan Sopena, que es uno de mis últimos grandes descubrimientos y al que le agradezco que me abra su clínica los sábados por la mañana.



 

El sábado por la tarde cae en mis manos un artículo que publica PRNoticias: “La recaída de Jorge Javier: se le ha visto salir de dos clínicas de tratamiento capilar”.  No tiene desperdicio. Aseguran haberme visto salir de dos clínicas y dan por hecho que me he injertado pelo porque, según ellos, mi masa capilar ha aumentado considerablemente. Como fabuladores son magistrales. Como serios, poco. Como ya expliqué en mi Twitter, se equivocaron de zona: dijeron pelo y era cuello.

 

El domingo por la tarde nos juntamos con Roberto y Adrián para ver ‘El principio de Arquímedes’, en el Teatro de la Abadía. Inquietante función que habla sobre los abusos a menores. Excelentes actores. Propongo cenar algo después del teatro pero Roberto y Adrián se rajan porque quieren ver mi Chester. En el taxi de vuelta P. me dice que también quiere verlo. A mí me da apuro porque le conté cosas a Risto que no sé si tengo ganas de que P. las escuche.

 

Por ejemplo, eso de que he estado con trescientos hombres. Al final de la entrevista, dos reflexiones. Una de mi hermana Ana vía whatsapp: “Pues vaya vida más triste he tenido. En movimiento quiero decir”.  La otra, de P.: “Todo lo que cuentas no es verdad, ¿no?”. “Claro que no”, respondo yo, porque intuyo por dónde van los tiros. No quiero que se vaya a la cama inquieto.