Estas últimas semanas de concurso, en ‘Supervivientes’, están evidenciando el súper-poder de Yola Berrocal: sacar de quicio a todo el mundo. Yo no me he cruzado con ella, no sé cómo es en la vida real, si la cosa es tan exagerada, pero todos sus compañeros coinciden en que la convivencia con ella es imposible… ¿será para tanto?

Suso y Mila están al borde de un ataque de nervios provocado por la ex Sex Bomb. Mientras, ella continua con su cara de no haber roto un plato y de no entender de qué va la historia, y pensando para sus adentros ‘¿por qué la tienen tomada conmigo?’. Yola es buena, pero los supervivientes están haciendo piña contra ella. No la soportan. No soportan que no se entere de las cosas, que a veces no se exprese como les gustaría y que en lugar de confrontar los problemas muchas veces solo los llore. Eso ataca especialmente a Mila, que distingue en ella una peligrosa señal de victimismo que no le gusta un pelo.

“Se me revuelve el estómago cada vez que la veo”. Ximénez no le pasa ni media. Los despistes de la amiga de Malena Gracia hace tiempo que dejaron de hacerle gracia, mucho más si tenemos en cuenta que por ella su amiga Carla Barber está en la calle. Berrocal ya no tiene que decir ni hacer nada para caer en desgracia, al resto de Supervivientes les basta con su sola presencia. Pero no solo tiene problemas con Mila, Suso y Jorge también se han despachado a gusto con ella, y en Madrid Antonio Tejado ha llegado a decir que Yola importunaba desde que se encontraban en el hotel al comienzo de la aventura.

Los participantes ya saborean el final y piensan que esta semana será su última en Cayo Paloma. Haciendo sus cábalas, creen que, a partir del martes, todos pondrán rumbo a España, pues el año pasado fue lo que sucedió, pues cuando quedaban 4 finalistas volvieron a casa para que la final tuviera lugar en el plató de Fuencarral y no en la Palapa. ¿Queda solo una semana de concurso?

Yola no tiene culpa de nada. Como diría Jessica Rabbit, no es mala, solo es que la han dibujado así.