Asegura que después de convertirse en madre no le apetecía volver a la interpretación, pero su marido, una de las mayores fortunas del mundo, le obligó. “Me dijo que él no se había casado con una vaga, y que no quería que lo privara de mi trabajo. De poder presenciarlo. Y que el mundo aún no había visto los mejor de mí”. Lo cuenta Salma Hayek a las páginas de Allure, donde ha hablado de su familia, de ser una de las mejores actrices de su generación y de los peores secretos de belleza que ha recibido a lo largo de su trayectoria.

Con Pianault, su marido, mantiene un sistema financiero basado en la independencia. “Lo que conseguí antes de mi matrimonio es mío. Continúo manteniendo mi independencia económica. A él le gusta eso de mí. Puede que esto ayude a que nuestro matrimonio funcione así de bien”. A eso y al poco tiempo que pasan separados. A pesar de llevar vidas vertiginosas, no se privan de pasar tiempo en familia. Salma asegura que desde que su hija Valentina nació, jamás ha pasado más de dos semanas sin verla a ella o a su marido. Son sus trucos para que los vínculos no se pierdan y sepan que ellos son su verdadera prioridad.

Y respecto a la belleza, Salma está orgullosa de haber tomado una importante decisión hace algunos años. “Deberías empezar a utilizar inyecciones de Botox, así, si lo haces ahora, no te saldrán arrugas”, le dijeron, consejo que ella totalmente obvió y prefirió los clásicos protegerse del sol e hidratar la piel a diario. Así, a sus 48 años presume de uno de los mejores rostros del cine, y sí, con signos de expresión, pero ¿qué malo hay en tenerlos? ¡Tendríamos que celebrarlos!

De esta manera, con su caótica, pero encantadora vida, Salma encara la última etapa de sus 40 años, y se prepara para recibir con los brazos abiertos los 50. Trabajando sin descanso, amando profundamente a su familia, y admitiendo el paso del tiempo.