Rocío Flores, sin miedo, comparte las fotos que ella misma había vetado

Estamos en 2012. Un año crucial en la vida de Rocío Flores. En esa fecha, la joven dejaría atrás una vida en Madrid para pasar a establecerse en Málaga bajo la tutela de su padre, Antonio David Flores. Las fotos que la adolescente colgaba entonces eran las habituales de una chica de su edad, muchos selfies, morritos y fotos con amigas. Referencias a su familia, a su hermano, a su padre y a su hermana pequeña, que acababa de nacer. Pero ninguna dedicada a quien le dio la vida...

La actividad en redes de Rocío Flores arranca una vez que ha empezado su nueva vida en Málaga. Ha dejado atrás su pasado en Madrid y ha dejado atrás lo vivido en el fatídico verano del 2012, cuando estaba acudiendo a clases para recuperar las asignaturas suspendidas. Un año después, su gran refugio es su hermano. “Le adoro”. La adolescente hacía un año que ya no vivía con él.

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La fecha más espeluznante del relato de Rocío Carrasco se ubica el 27 de julio del 2012, cuando se produce la brutal discusión entre madre e hija y ella acaba inconsciente en el suelo de la cocina, siendo reanimada por Fidel, mientras Rocío Flores abandona la escena en el coche de la familia, en el que pronuncia: “papá, ya está hecho”. La progenitora terminó en el hospital, donde se le realizó un parte de lesiones y la fiscalía actuó de oficio, puesto que ella no quería denunciar a su hija. Esto se saldó con una orden de alejamiento. Rocío Flores nunca más volvería a la casa de su madre. Un año después de aquel trágico día que cambió para siempre la vida de las dos mujeres, Flores subió esta instantánea. “Te quiero, papito”, escribió. En las siguientes fotos, ya con su hermanita pequeña, que apenas tenía unos meses, puso “al fin con ella”. Todo esto, visto con distancia y con la información que ahora disponemos, hiela la sangre.

“Qué suerte tenemos de tenernos”. Rocío Flores así lo creía y así lo cree. Para la joven, su tía Gloria Camila, hermana de su madre, es un apoyo fundamental. Si tiene que viajar a Madrid se queda en su casa, si tiene que compartir sus penas lo hace con ella. Lo lleva haciendo desde que era una adolescente. En estas semanas en las que el relato de su madre ha conmocionado a todo un país, las dos han hecho piña. Su barrera es infranqueable.

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Cuando todos los Mohedano dieron la espalda a Rocío Carrasco, le abrieron los brazos a su hija Rocío Flores. La joven pasaba veranos con sus tías, y, a través de esas escapadas, sentía más cerca a su abuela. “Con vosotras, más cerca de ella”, escribía. Las fotografías homenaje con Rocío Jurado eran constantes en su Instagram, donde no paraba de repetir lo importante que era para ella. Carrasco ha manifestado en más de una ocasión, a lo lardo de su serie documental, que sus tíos no siempre obraron como a su madre le hubiera gustado. "Si mi madre estuviera viva, estaría aquí, conmigo"; segura de que la Jurado siempre la habría creído.

Hasta que David se marchó a vivir a Málaga, Rocío no le podía ver todo lo que ella quería. Así hablaba entonces de él. “Aunque 600 km nos separen, que sepas que eres irremplazable, que eres mi enano, mi otra mitad, eres esa persona por la que daría todo con tal de verte feliz, te amo, tesorillo mío. Te vamos a echar de menos, que lo sepas. Aquí te esperamos tus hermanas”, le puso en una despedida, cuando el joven debía regresar a casa de su progenitora. Este mensaje tenía lugar en 2015. Un año más tarde, en agosto de 2016, el joven se estableció en Málaga. En septiembre debía haber vuelto a Madrid, para la boda de su madre y su curso, pero esto no ocurrió. Carrasco denunció a Antonio David por no haber devuelto al menor.

En su historia, Rocío Carrasco dibuja a su hija no como un verdugo, sino como una víctima más de su padre, Antonio David Flores, que la manipuló. “Fue su mejor obra”, ha llegado a decir. Sin duda, la hija de La más grande es conocedora de la angustia que vivía la joven, una agonía de la que Rocío daba pequeñas pinceladas en sus redes, a pesar de tratar de mostrarse animada y alegre. “Cuando todo mi mundo se ahogaba en lo hondo, llegaste tú, justo antes de que yo tocara fondo”, le dedicaba a su hermana pequeña. El nacimiento de la niña coincide con la peor etapa en casa de su madre. De ahí, sus palabras. Carrasco ha confesado sufrir continuos ataques de ansiedad y de pánico cada lunes que sus hijos regresaban al hogar, pues sabía que la guerra volvía a comenzar. Rocío es perfectamente consciente que esa etapa se saldó con numerosas víctimas con unas heridas tan profundas que llevan años sin poder sanar y cicatrizar.