Una vez más, por el teatro Príncipe Pío no aportó nadie de los Mohedano ni de los Carrasco, ni tampoco de la que ha sido una nueva familia para ella, las Campos. Rocío Carrasco regresaba al lugar que cada sábado se llena de las melodías de su madre para supervisar con ojo experto el musical ‘Punto de partida’.

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Pese a que en un primer momento rehusó hablar con la prensa que hacía guardia en una de las tardes más lluviosas del año, la hijísima accedió a hacerlo como deferencia con todos ellos. Se sentía ilusionada por este proyecto en el que se ha volcado y que le ha garantizado no pocas críticas por las decisiones tomadas, una de ellas, la elección de la protagonista. Pese a que Inés León fue el ‘fichaje’ inicial, Rocío sentía que Anabel Dueñas también debía formar parte del show, por lo que, ahora, alternan sábados de trabajo. Si este actuó la exsupersingle, al siguiente le tocará a León y así sucesivamente.

Quien no le dio la espalda fue su marido y principal apoyo, Fidel Albiac. Pese a estar más lejos que nunca de su familia, que hace escasos días se reunía en un evento solidario, siente que al lado de su pareja nada le falta. Aunque Rocío deseaba que se inmortalizara el momento con un posado de ambos ante las puertas del teatro, él no quiso. Era un momento importante para ella y no quería restarle un ápice de protagonismo. Se trata de su trabajo y su ilusión, pero, por encima de todo, se trata de un espectáculo sobre su madre.

A las preguntas sobre sus hijos y la familia Mohedano en general, Rocío no quiso responder nada, pero sí aclararon una cuestión sobre el musical: la situación de las dos actrices interpretando el mismo personaje solo será sostenible este año, para el próximo esperan contar solo con una. Dado su mutismo habitual, ya es todo un hito.