Richard Gere se ha separado de su segunda esposa tras 11 años de matrimonio y siete de noviazgo.

En este caso las diferencias irreconciliables han sido sus estilos de vida. Él, devoto budista, prefiere la quietud del campo. Ella, las fiestas de alta sociedad de los Hamptons, el patio de recreo playero de los multimillonarios neoyorquinos.

Richard Gere y Carey Lowell han puesto fin a su relación, tras siete años de noviazgo, 11 de matrimonio y un hijo en común, Homer (13), por el cual, según la prensa estadounidense, van a encarar un divorcio “amistoso”.

Gere y Lowell no han sido vistos juntos en sociedad desde enero, en la gala de los Globos de Oro. Al parecer, llevan varios meses sin convivir. El actor de ‘Oficial y caballero’ reside en el pueblo de Bedford, a una hora en coche de Nueva York, donde es propietario de un edificio del siglo XVIII reconvertido en posada de lujo. La ex modelo está viviendo en la mansión de 12.000 metros cuadrados que poseen en los Hamptons y que, por cierto, está en venta por 48 millones de euros. Incluye 300 metros de playa privada y dos casitas para invitados.

Devoción budista

Desde 1983, cuando conoció al Dalai Lama, la vida del rebelde Richard Gere, el primer actor en atreverse con un desnudo frontal en una película comercial, ‘American Gigolo’, dio un vuelco. Dejó de ser el rebelde conquistador con una sonrisa de oro a un tipo que viajaba a Bali y se subía a la cima de un volcán para meditar solo durante horas.

Gere se convirtió en un devotísimo budista tibetano, íntimo amigo y alumno personal del Dalai Lama.

La cantidad de tiempo y esfuerzos que Gere dedica al budismo y la causa del Tíbet, zona ocupada por China, le costaron su primer matrimonio con la ‘top’ Cindy Crawford, según explicaron en su día los amigos de la pareja, que además señalaban la diferencia de 17 años de edad entre ambos.

Con Carey Lowell, ex modelo y chica Bond en ‘Licencia para matar’, sin embargo, parecía que la devoción budista no iba a ser un problema, pues ella también sigue esta fe. Durante años, fueron la viva imagen del romance. El protagonista de ‘Pretty Woman’ la cubría de diamantes, rubíes y lujosos saris que traía de sus constantes visitas al Dalai Lama en la India. Ella le organizó una fastuosa fiesta de 50 cumpleaños en una terraza neoyorquina donde cantaron 100 monjes.

Sin embargo, una vez más, parece que la fe de Gere ha resultado un obstáculo, pues Carey no la comparte con tanto fervor y no parece dispuesta a seguir el estilo de vida contemplativa del actor en el campo.