Raphael habla del tema más doloroso: su cirrosis

No puede pronunciar la enfermedad, y su mujer lo recuerda como una mala pesadilla

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Bertín Osborne ha celebrado la Navidad en su programa ‘Mi casa es la tuya’ acompañado de toda una figura clave de estas fiestas, Raphael, protagonista de tantos y tantos especiales musicales con su ‘Tamborilero’ de fondo. Pero esta vez, lo que interesaba a la audiencia no eran las habilidades vocales del jiennense, sino su historia, el Raphael más real.

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El de Martos se atrevió a hablar de uno de los temas que más daño continúan haciéndole: su cáncer de hígado. Una enfermedad que le hizo replantearse muchas cosas y mirar, de manera directa, a los ojos de la muerte.

El artista siempre ha tratado de llevar una vida sana: no es fumador, las grandes comilonas no le gustan y nunca había bebido. “Yo no he bebido nunca, pero entonces empecé a hacerlo, y eso agravó la enfermedad”, contó. El marido de Natalia Figueroa se refería a que estando de gira, visitando tantos hoteles, empezó a consumir alcohol. “Yo bebía las botellitas pequeñas de las neveras de los hoteles porque me hacían dormir. Cuando empecé a notar síntomas jamás pensé en dichoso botellín”. El cantante solo quería descansar, y las bebidas de alta graduación le mecían en un apacible sueño, pero también le agravaban de manera peligrosísima una enfermedad que pudo haberle costado la vida.

Fue mientras realizaba las funciones de ‘Doctor Jeckyll y Mr, Hyde’ cuando empezó a sentirse mal. Se encontraba en Barcelona y trataba de alargar las vueltas a casa. “Estaba muy asustado”, decía. “Cuando acabó la gira en Valencia, fui al hospital y ahí salió todo”.

Aún con todo y con eso, todavía le quedaban fuerzas para grabar un especial navideño con Rocío Jurado, quien, nada más verlo, notó que algo no iba bien. Después, le hacía visitas periódicas hasta que llegó el día del trasplante.

Yo al principio no quería trasplante, pero cuando me lo plantearon vi que era el único camino, me entregué a él”, su médico, el doctor Enrique Moreno insistió en la operación pues “tenía una de las complicaciones más graves que existen dentro de las cirrosis hepáticas. Él era capaz de tolerar su enfermedad, estuvo trabajando hasta que se le diagnosticó, pero la analítica era de hígado al borde de la muerte”.

El día que llegó el momento del trasplante: el miedo se volvió a apoderar de él, y se encerró en el baño de su casa a consultarlo con su ‘yo interior’. Al final, la operación salió de maravilla, y desde hace 14 años se encuentra disfrutando de esta segunda oportunidad que le ha brindado la vida.

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