“Mi mujer tiene un radar. Si hay una chica que me pueda gustar, mi mujer se deja caer por allí. Y ya está, eso es todo. Es como un vigilante jurado. Alguna sí me ha hecho alguna proposición, pero nunca he dicho que sí”. Pablo Motos se sinceraba ante Bertín Osborne en su programa ‘En tu casa o en la mía”, y le hacía algunas revelaciones la mar de interesantes.

Habló con mucho cariño de su pareja, esa a la que jamás ha sido infiel y con la que lleva más de veinte años. Han estado juntos desde que él trabajaba en la radio y ella era su productora. Entonces Motos recordaba mirarla y pensar lo guapa que era su compañera y las ganas que tenía de acercarse. “Me voy a morir sin besarla… ¿Y si la beso y me como ‘la h***tia’?” . Estaba deseando de que se produjera el encuentro, pero recuerda que lo tuvo difícil porque ella acababa de salir de una relación. Al final, y con un directo “¿yo te gusto?”, empezó lo suyo, ¡y hasta hoy!

Anoche él no era el que planteaba las preguntas, por lo que quedaba ‘a merced’ de su entrevistador, que no dudó en cuestionarle sobre su juventud gamberra, cuando casi estuvo a punto de meterse en un lío muy gordo que hizo que se replanteara su vida y su futuro. “Nos cogió la policía. Hubo un interrogatorio. Nos salió bien, nos soltaron, porque habíamos hecho una gamberrada en una discoteca y nos pillaron. Y ese día dije ‘ya no más, esto va a acabar mal’”. Darse cuenta de cómo podía acabar y saber tocar la guitarra lo salvaron. “El más pijo del pueblo me pidió que le enseñara a tocarla y entonces dije ‘¿qué estoy haciendo yo?¡Yo quiero llevar la vida de este tío! ¡Dejo lo otro y me quiero meter aquí! Era un tío sin estilo, intentado tener estilo”.

Pablo suele hablar de todos los temas con humor y no le cuesta reconocer que se ha sometido a retoques estéticos. En concreto a dos: cirugía ocular y un procedimiento de embellecimiento de la dentadura.  Pero conseguirlo no fue tarea fácil. Motos deseaba hacer todas esta mejoras físicas en solo dos días, primero se operaría de la vista, a pesar de su ojo vago, y luego visitaría al dentista para que en 12 horas trabajando sin parar le construyera una boca nueva. A pesar de tenerlo todo controlado, las cosas se torcieron desde el primer momento. Tras la operación de ojos salió viendo doble, “yo veía con la misma nitidez que te estoy viendo a ti, pero dos Bertines”, el médico le avisó de que si no se sometía a las pruebas pertinentes esto podría ocurrir y así fue. Con esta curiosa situación, y viendo a la dentista por duplicado, se puso en sus manos. Todo parecía que había salido bien, hasta que llegó la noche. “Estaba tan nervioso que me arranqué todos los dientes. Me los saqué hacia fuera”. Cuando la odontóloga vio el panorama, no daba crédito a lo que tenía delante. No podía explicarse cómo el periodista había sido capaz de poder con el pegamento que le había aplicado.