Han pasado muchos años ya pero el torero José Ortega Cano pocas veces se había atrevido a verbalizar el sufrimiento que vivió tras la muerte de Rocío Jurado. Un trance tan duro que no pudo remontarlo hasta que apareció Ana María Aldón y le aportó toda la tranquilidad que necesitaba. Ahora, con la perspectiva de los años, el diestro se ha sincerado junto a Toñi Moreno en Viva la vida. Tocó fondo, sí, pero ha conseguido superarlo...

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Rocío Carrasco

Fue una bendición. Así lo ha querido reconocer Ortega Cano ante las preguntas de Toñi Moreno. La llegada al mundo de su hijo pequeño, José María, cuando el torero ya pasaba de los 60 le revolucionó la existencia. De repente, tenía un bebé del que encargarse y una ilusión que devolvió el hilo conductor a su vida. Ya lo había conseguido primero Ana María, la madre del pequeño, pero la llegada de un nuevo Ortega a la familia fue algo que nadie hubiese imaginado.

El diestro ha decidido conceder una de esas entrevistas que dejan huella. Para ello, ha elegido el plató de Toñi Moreno, que se ha convertido en el confesionario de los famosos. Celebrity que pisa Viva la vida, celebrity que acaba contándolo todo sin pelos en la lengua. Madre mía, ¡Toñi es la estrellas de las entrevistas! De hecho, nunca habíamos escuchado a Ortega Cano hablar de la muerte de Rocío Jurado con tanta sinceridad.

Estaba muy mal”, reconocía el diestro. “La muerte de Rocío me afectó muchísimo”. El torero verbalizaba, casi por primera vez, algo que todos ya sabíamos pero que él no se había atrevido a confesar públicamente en muchas ocasiones. “Yo que nunca fui un hombre de beber, me dio por beber y llevar una vida descontrolada”. Se notaba que el trago había sido muy amargo para Ortega, que no quería profundizar más en aquellos años.

La cara le cambiaba en cuando nombraba a Ana María. “Me da la tranquilidad, el sosiego”. La llegada de la que es su pareja hizo que el torero se transformase en otra persona. Le sacó del pozo en el que se había instalado. Y ya, encima, tuvieron un hijo, el pequeño José María, y el pack estaba más que completo. Ortega está encantado con su hijo menor. Tal es la conexión entre padre e hijo que José María asegura que se apellida Ortega Cano en lugar de Ortega Aldón.

La misma buena relación mantiene con su hija Gloria, la niña de sus ojos. Tan solo con mirarla le devuelve toda la alegría del mundo -no han sido pocas las veces que lo ha reconocido en público-. Más complicada ha sido su paternidad respecto a José Fernando. El joven ha tocado fondo en tantas ocasiones que ya ha conseguido agotar los esfuerzos de su familia. Sin duda, la vida no se lo ha puesto nada fácil a Ortega Cano.