Esta tarde Octavio Aceves, el vidente más famoso de la televisión, acudía al plató de Viva la Vida para hablar del dramático 2017 que ha vivido. El argentino que hasta hace un año tenía un sueldo mensual de 24.000 euros, ahora vive arruinado.

“Llevo 11 meses sin trabajar, por eso estoy en la ruina”, le explicaba a Toñi Moreno. Estos últimos meses, el vidente ha estado inactivo a causa de una enfermedad, que ha sido la que le ha acabado conduciendo a esta situación. Al parecer, una negligencia médica por una operación simple en la nariz ha sido la que ha hecho que tenga que guardar reposo todo este tiempo.

Aceves ha confesado que le debe dinero a tres bancos, al Corte Inglés, a la empleada que le limpia la casa… “Mi secretaria es una amiga de verdad, hace cinco meses que no cobra. Tengo un amigo que tiene un restaurante y me dan de comer gratis. Tengo gente maravillosa”. Ante esta situación, la presentadora le preguntaba como había llegado hasta este punto: “Yo lo que siempre he hecho es vivir bien. También le he pagado muy bien a mi secretaria y a toda la gente que ha trabajado para mi. O he invitado.”, se justificaba.

Ahora, el estado de salud del vidente ha mejorado y ya lleva quince días trabajando. Le explicaba a Toñi Moreno que el primer plató que quería pisar cuando se recuperara era el de Viva la Vida y no ha dudado en invitar a la presentadora a la fiesta que está organizando para presentar su nuevo libro y celebrar su setenta aniversario “¡No tienes dinero y ya estas organizando la fiesta, no tienes solución!”, le ha reñido la presentadora.

Octavio también ha aprovechado para recordar la ruptura con su ex pareja, Napoleone, a pocos días de la boda. “Estuve veinte años con él, me engañaba con todo el mundo y al final me harté. Llegué dos días antes de un viaje y le encontré con la masajista. Entonces yo perdí el control y me puse a darle patadas con las botas puestas, le hice un tajo al masajista y a él le fastidie la nariz. Nos divorciamos pero seremos amigos para toda la vida”.

Sin duda, ha sido un año duro que desgraciadamente el vidente no supo predecir a tiempo y, así, poder hacer algo para evitarlo.