La muerte de La Veneno está siendo un espejo de lo que fue en vida: dura, dramática y con muchos rincones oscuros. El 9 de noviembre Cristina Ortiz fallecía en el hospital tras un fuerte golpe en la cabeza, según aclararon las dos autopsias que se le practicaron. Sin embargo, su muerte no significó la paz y el descanso de su cuerpo y su recuerdo. Cada tema por cerrar se convertía en una maraña que crecía y crecía. La primera fue hacer cumplir su voluntad: ser enterrada en su pueblo o, como ella quería, ser incinerada y que sus cenizas fueran esparcidas en el Parque del Oeste, donde aseguró que fue el lugar donde fue realmente feliz. La Veneno, personaje indispensable de los 'late-night' en la década de los 90, finalmente era incinerada, pero después de pasar más de un mes y medio en la morgue.

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'La Veneno'

A los deseos de la familia de que se le practique un tercer examen para demostrar que fue asesinada, había otro 'foco' de problemas abierto: su novio Alin y su intención de lucrarse con el fetichismo de los admiradores de La Veneno. Ha vendido prácticamente todas las pertenencias de Cristina: vestidos, zapatos, complementos, recuerdos, cuadros y hasta su cepillo de dientes. La familia de la vedette, viendo que Alin estaba desvalijando el que fue su hogar y su poca predisposición a colaborar y abandonar el piso, ha conseguido llegar a un acuerdo con él: abandonar el inmueble a cambio de 2.000 euros.

Una vez el piso vacío, que estaba a nombre de la vedette y de su padre, sus familiares lo han puesto a la venta por 191.000 euros. Se trata de una primera planta sin ascensor situada en una finca antigua en el barrio de Tetuán y que La Veneno ya quiso vender a principios de 2016. Con las reformas y mejoras que quieren realizarle al piso, la familia espera conseguir la cifra que piden por él.