Por CONCHI ÁLVAREZ DE CIENFUEGOS

 

No lo ha podido vencer. El diseñador dominicano Óscar de la Renta fallecía el martes 20 de octubre en Connecticut, donde se encontraba recibiendo tratamiento contra el cáncer.

 

Hace unos días nombraba a su sucesor. El diseñador se encontraba cansado, no podía con lo rápido que suceden las cosas en el mundo de la moda. Pensó que había llegado el momento de tomarse tiempo para si mismo, para descansar y reunir todas las fuerzas que necesitaba para hacer frente al cáncer de padecía.

 

Y así, Peter Copping, británico y con una visión de la moda cercana a la de la Renta, era nombrado la semana pasada como nueva cabeza creativa dirigente de la firma. Se ha ido dejando su amada marca en buenas manos. Él siempre adoró el trabajo bien hecho.

 

Hablar de Óscar de la Renta es hablar de la clase, la elegancia y de la feminidad. Sus vestidos han sido los preferidos por esas famosas que encabezan las listas de mejor vestidas. Looks para vestir a actrices en los Oscar, para llevarlas a la premiere más fotografiada, o hasta para pasar por el altar, como hizo Amal Alamuddin, quien escogió un diseño del dominicano para convertirse en la señora Clooney.

 

Amado por la profesión

 

La industria lo amaba. Lo quería desde la editora de Vogue más temida, Anna Wintour, hasta la personas de su equipo, por eso su partida ha sido muy sentida en este mundo que a veces se nos pinta vacío de emoción. Karl Largerfeld, a través de la cuenta de Instagram que le ha abierto a su querida Choupette (su gata), le dedicaba lo siguiente: “Las palabras no pueden expresar el dolor que produce la pérdida de Oscar de la Renta. Él ha sido un icono que vivirá para siempre”.

 

Sus vestidos seguían siendo esos diseños que bebían del estilo de mestros de la alta costura como Cristobal Baleciaga o Christian Dior. Adoraba las faldas con personalidad, de grandes volúmenes y cuerpos ajustados al cuerpo. El color, los estampados y los apliques eran parte de fundamental en el código genético de sus creaciones, que, temporada tras temporada, eran aplaudidas con fuerza en la semana de la moda de Nueva York, donde lo vimos por última vez y en la que mostró un aspecto algo más desmejorado.

 

El diseñador que no sabía hacer ropa ‘casual’, como él decía, fue el único en tenderle una mano a John Galliano mientras atravesaba sus horas más bajas y toda la industria le daba la espalda. Él confió de nuevo en el gibraltareño ofreciéndole diseñar a su lado una colección que supusiera su vuelta a las pasarelas con el mejor de los padrinos. El resultado no pudo ser mejor, los vestidos contenían la esencia de la Renta, pero rezumaban locura gallianesca.

 

Hoy terminamos nuestro recuerdo recordando esa frase que él decía en broma y que, en realidad, siempre fue cierta: En Nueva York, a parte de mi ¿hay algún otro diseñador tan sensacional?. No, Oscar, no.