Malas noticias en este miércoles helador. Cristina Ortiz, ‘La Veneno’, ha fallecido hoy en el hospital de La Paz, donde llevaba cuatro días en la UCI en estado crítico.

El sábado, la exvedette era encontrada por su pareja en el sofá del salón de su domicilio en el barrio de Tetuán de Madrid, con un fuerte traumatismo en la cabeza, contusiones y hematomas por todo el cuerpo y abundante sangre. Cristina era trasladada de urgencia al centro médico donde se ha estado velando por su salud desde entonces.

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La Veneno

A consecuencia del golpe recibido, Cristina sufría un edema cerebral que le presionaba el cráneo, por lo que fue necesario realizarle una operación de urgencia en la que se le cortaba un trozo de cráneo para evitar más lesiones internas. Desde el primer momento el estado de Cristina era de pronóstico grave. Un incidente que ha acabado con ella a los 52 años y una vida muy complicada tras de sí.

La Veneno no lo tuvo fácil desde pequeña. Nació en Adra, un pequeño pueblo de Almería, con el sexo equivocado y siempre se sintió diferente. Su entorno no fue el más fácil para un niño con un problema de identidad de género como él. Cuando era un niño, Joselito, sufrió abusos por personas cercanas a su familia, y no era aceptada por su entorno familiar ni por la gente del pueblo. Según explica en sus memorias '¡Digo! Ni puta ni santa', que publicó recientemente gracias a la participación de la periodista Valeria Vegas, su madre la maltrataba y le hizo la existencia muy difícil. Hasta el punto de echarla de casa cuando aún era un adolescente. Con 16 años, la vida por delante y muy pocas ganas de renunciar a una vida mejor, se trasladó a Marbella y más tarde a Madrid donde aprendería que había más gente con su problema. Cristina cuenta que un día vio a un travesti y le dijo: "Quiero ser como tú". Ese día nació La Veneno, la transexual más famosa de la televisión en los años 90.

Ejerció la prostitución en el Parque del Oeste y se ganó su sitio entre travestis más experimentadas a golpes, literalmente. Allí tuvo relaciones con hombres poderosos y famosos del país. Deportistas, políticos, empresarios, no podían resistirse a ella. Su vida cambió cuando en 1996 la grabaron junto a sus compañeras en el parque para el programa 'Esta noche cruzamos el Mississippi' y Pepe Navarro se enamoró de su desparpajo y de su despampanante físico. La convirtió en una estrella y sus expresiones se escribieron para siempre en el imaginario popular de nuestro país. Su "¡Digggoooo!' y su tiburón se hicieron famosos. Fue su época de máximo esplendor. Una época en la que llegaba a cobrar casi dos millones de pesetas por actuar en una discoteca.

‘La venenomanía’ no duró para siempre y su estrella se fue apagando de manera paulatina. El teléfono no sonaba, y las teles ya no se acordaban de ella. Empezó uno de los momentos más complicados para Cristina, que se vio sumida en una complicada época en la que llegó a desear su propia muerte. Pero lo peor aún estaba por llegar. Su novio italiano Andrea, con el que tuvo una relación marcada por los abusos de él -la golpeaba, le obligaba a prostituirse y se quedaba con su dinero– la denunció acusándola de quemar su piso para cobrar el seguro. El incendio ocurrió, pero Cristina aseguraba que el responsable fue Andrea que, despechado cuando ella decidió abandonarle, la traicionó abriendo las puertas a la etapa más horrible de su vida. Cristina pasó tres años en la cárcel en el módulo de hombres. Soportó vejaciones de las que no quería ni hablar –por contrato exigió que no le preguntaran sobre ello en su última aparición en 'Sálvame Deluxe'. Engordó hasta pesar 122 kilos. Pensaba que su vida se acababa. Pero no fue así.

Esta mañana Cristina Ortiz se apagaba para siempre, en un momento dulce. Había dejado atrás a La Veneno para ser Cristina y el libro le había dado un reconocimiento que exigía desde hace años.