Nos produce una enorme satisfacción verle sonreír, rodeado de buenos amigos y disfrutando de, lo que él llama, ‘slow life’, vida a fuego lento. Màxim Huerta ha puesto kilómetros, en este caso millas, de por medio tras su salida como Ministro de Cultura y se ha marchado a la capital del Reino Unido. Londres le ha acogido en lo que, parece, solo será una corta escapada para oxigenarse y no para establecerse una larga temporada, como sí ha hecho en París en otras épocas de su vida.

Su grupo de amigos habituales, en los que hay desde médicos a escritores, se ha hecho fuerte entorno a él y no le ha abandonado cuando más les necesitaba. La polvareda mediática no ha sido pequeña y Màxim necesitaba disfrutar del anonimato, las vacaciones, la distancia y, con ello, de ver las cosas en perspectiva. Huerta aparece como un turista más, tomando algo en un pub, recorriendo un parque o posando en el hotel en el que las Spice Girls cambiaron el rumbo de la música pop con el videoclip de Wannabe.

A pesar de haber cerrado su cuenta de Twitter, esa que llegó a servir de arma arrojadiza contra él por quienes más le criticaron tras su nombramiento, intoxicado de tanto comentario envenenado, sí que se mantiene activo en Instagram, donde comparte pequeñas pinceladas de este viaje. Ha recogido con una cita de Virginia Woolf cómo se siente, “aquello que ella amaba: la vida, Londres, este momento de junio”, y ha destacado cómo desea tomarse, a partir de ahora, la vida: slow. De manera lenta, tras el ritmo vertiginioso que tomó su existencia hace solo 15 días en los que todo dio un vuelco. Ahora él pisa el freno, y lo hace sereno y feliz.