María José Campanario no se rinde en lo que respecta a dar carpetazo a sus problemas de salud. O al menos su intención es la de mantener a raya su fibromialgia, cuyos efectos han sido responsables de sus últimos ingresos hospitalarios. Recientemente, su marido Jesulín de Ubrique revelaba en una entrevista que María José había tomado la decisión de probar un nuevo tratamiento alternativo inusual, pero en el que tenía depositados muchas esperanzas. Se trata de la medicina hiperbárica u oxigenoterapia, que consiste en el de introducirse en una cámara presurizada durante un tiempo determinado y donde se respira oxígeno puro. Las sesiones suelen ser en clínicas y bajo supervisión de un equipo de expertos, pues el cuerpo del paciente debe aguantar dentro a una presión atmosférica mayor que en condiciones normales. Sin embargo, la odontóloga, en este intento desesperado por vencer los dolores insoportables que padece ha decidido adquirir una cámara hiperbárica para uso doméstico. Son las conocidas como cámaras portátiles y suelen ser hinchables, adquiriendo su característica forma por una válvula.

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Ya hemos visto a algunos famosos que han depositado su confianza en los supuestos beneficios que favorecen el organismo, como Cristiano Ronaldo o Raúl González. La oxigenoterapia fue una de las alternativas que Bimba Bosé probó meses antes de su fallecimiento.

En el caso de la fibromialgia, según los expertos en medicina hiperbárica, reduciría el dolor y otros efectos de la enfermedad. Los tratamientos de oxigenoterapia a los que se sometió en la clínica habrían aliviado a María José. Sin embargo, sus beneficios en este caso concreto no han sido probados e incluso hay quienes aseguran que no le servirán de nada a la odontóloga. Esta afirmación está hecha en base a que el modelo que habría adquirido María José Campanario, al ser un modelo doméstico, no tiene la potencia suficiente que sí tienen las cámaras que se usan en el ámbito clínico. La mujer de Jesulín habría comprado una cámara cuyo precio oscilaría entre los 3.000 y los 8.000 euros, frente a los 150.000 euros que cuesta una cabina de uso hospitalario.

Cámara hiperbárica