Marcos, de 25 años, y Jaime, de 21, han seguido los mismos pasos de su padre, el cantante José Manuel Soto. Los jóvenes han traído todo su arte, verborrea y diversión a la capital, donde actuaban por primera vez.

Jaime se ha convertido en un personaje popular para la prensa, desde hace algunos meses. Su relación con la modelo Rocío Crusset (la primogénita de Mariló Montero y Carlos Herrera) lo ha llevado a ocupar numerosas portadas en revistas, pero este Soto se toma con mucha tranquilidad su creciente fama. “Somos muy naturales. No me importa que me sigan los fotógrafos”. Y ahora que tiene a su chica en otro país –Rocío se ha marchado a Londres a cumplir su sueño de ser una importante maniquí- el sevillano se toma la distancia con mucha filosofía. “Voy siempre a verla. Lo llevo muy bien”, asegura, al tiempo que la excusaba por no encontrarse en este concierto madrileño debido a que le había tocado trabajar.

Marcos, el mayor, también es el más charlatán y desprejuiciado. El joven asegura que se encontró a sí mismo en este año y que se toma la vida de una manera más relajada. Jaime en eso es diferente. “Yo soy mucho más nervioso siempre estoy organizando cosas”. Además, Marcos cuenta entre risas que tiene un serio problema a la hora de administrar el dinero. “No sé tener dinero. No me gusta tener dinero. Lo que me gusta es gastarlo”, bromeaba sobre los motivos que lo frenaron a la hora de abandonar Sevilla e instalarse en Madrid.

Su padre, que no estuvo en el concierto, no quiere aparecer siempre al lado de los jóvenes, “él desea que seamos independientes”, por lo que ha preferido que vuelen en solitario y que presenten su grupo, ‘Mi hermano y yo’, por su cuenta.

La idea de dedicarse a la música les surgió de viaje de mochileros por la India, a la que llegaron para estar 10 días y terminaron pasando 40. Y así pensaron que lo que siempre habían visto en casa podría traducirse en una manera con la que pasar tiempo juntos y divertirse.

Los Soto se toman su carrera con la misma tranquilidad con la que se toman la vida, despacio, disfrutando de cada avance y festejando los logros conseguidos.