Viéndola con su tutú de gasa y las piernas entrelazadas mientras habla con un café en una mano y un boli en la otra sobre las relaciones amorosas, los chicos, las amigas, el Whatsapp o el poder de la mujer,  es imposible que la imagen de Carrie Bradshaw no se te venga a la cabeza.

Pero es Luján Arguelles y es verdad, no de ficción. Más de una década al pie -perfectamente calzado eso sí- de un micrófono en la radio dedicándose a la actualidad política, tanto incluso que pensaba que a los teenagers jamás les parecería interesante, para que, ahora, se haya convertido en el hada madrina del amor en la tele... Cosas de la vida. Y del trabajo. No es que en casa del herrero el cuchillo sea de palo (que ella se confiesa una enamorada del amor,) pero sí que, aunque le guste trabajar con enamorados, ella confiesa estar en otro punto. Más tranquilo. O más cínico. Tiene un grupo de chat con sus amigas, 'el club de las despechadas y en él se basa el motivo de esta entrevista'. Acaba de publicar su novela 'Cenicienta llevaba tacones de 15 centímetros', donde hace un fresco de los dramas, las alegrías, los retos, las victorias y los fracasos la mujer actual.  Seis historias de seis amigas o de ella misma, porque sus más allegadas y su propia vida le han servido de material narrativo. Mujeres modernas, de hoy, independientes, con fuerza pero con las mismas comeduras de coco de antaño. Pero sobre un tacón altísimo y mirando la vida frente a frente.

Hablando de tacón, ¡tela el que llevas!

Hoy el jardinero cuando me ha visto salir de casa a las 6 de la mañana así de sencilla ha tenido que alucinar... Habrá dicho: donde irá esta loca,

Te ha visto levantarte antes...

Ya, con una cara de sueño terrible, pero así vestida, nunca.

De esos años de nocturnidad en la radio...

Mantengo el insomnio.

¡Que injusta! Búscale el lado bueno, así te habrá dado más tiempo para escribir, que estás de estreno en estreno...


¿Por las noches? ¡Que va! Me cuesta dormir así que me concentro en dormir. Para escribir la novela fui bastante metódica. Todos los días a la diez de la mañana. Movil en silencio. Ni lo miro, bien lejos. Y hala, p'alante!

Y en ese tiempo escribiendo, ¿te has dado cuenta de que hombres y mujeres somos distintos?

Así es, muy distintos.

¿Tanto?

Muchísimo. Pero bueno, no pasa nada, las cosas diferentes tienen que convivir, y ahí está la virtud.

También así se consigue el engranaje perfecto, ¿no?

Puede. Pero el caso es que no nos parecemos en nada. No es que unos sean mejores que otros, es que somos diferentes.

¿Nosotros más simples y vosotras más complicadas?

Las mujeres somos más estructuradas, más complejas en el mejor de los sentidos. Le buscamos más sentidos a las cosas, quizás es que seamos más obsesivas, que damos más vueltas a todo, nos preocupa más todo y el hombre, en cambio, es más practico.

¿No será que pedís a los chicos más de lo que los chicos os pueden dar?

El hombre es más práctico y nosotras menos prácticas.

¿Es sólo cuestión de practicidad?

Sí. Mira. Yo le doy mil vueltas a las cosas y puede ser que en la mayoría de los casos llegue a la misma conclusión a la que llegué en la primera. ¿Para qué he dado mil vueltas? ¿Para cansarme?

¿Y por qué las das si ya lo sabes?

¿Ves? Eres hombre, eres práctico. Porque siempre me cabe la duda de que en la vuelta 999 cambie la historia y tengo que dar dar mil para confirmar que no.

¿En cada uno de tus personajes hay trozos de ti?

Todas son historias robadas. De mis amigas, mías... Claro que hay de mí. Lo escribes tú y es tu visión de lo que a ellas les pasó, pero al margen de eso, hay vivencias mías.

Pese a los avances de la mujer, lo preparadas que estáis, los puestos que ocupáis, al final, en las cosas del amor, ¿seguís siendo las mismas?

Noooo. La mujer ha experimentado un cambio grandísimo. No voy a hablarte del derecho al voto, de la libertad, de nada de eso pero cuando digo que Cenicienta llevaba zapatos de 15 centímetros lo que intentó demostrar es que sí, que es verdad, que la gran mayoría de nosotras somos cenicientas que buscamos el amor y queremos que aparezca un príncipe en nuestras vidas, ahora bien, ya no es como antes, ya no somos pobres Cenicientas con zapatillas esperando a que llegue un señor que te ponga un zapatazo maravilloso. Ahora somos nosotras las que vamos ya montadas en taconazos, que vemos la vida desde arriba, que la cogemos de frente, que sabemos lo que queremos buscamos en el amor y eso hace que nuestra actitud sea otra.

Me refería a que por muchas armas que tenéis y mucha independencia, autonomía y poder, leyendo el libro parece que al final las mismas cosas os siguen haciendo el mismo daño.

Es que los hombres y las mujeres somos igual de cavernícolaas y nos mueve lo mismo que cuando éramos cavernícolas. Buscamos lo mismo, nos afecta lo mismo e intentamos subsistir igual. Ahora, nuestra capacidad es diferente... Pero sí, aunque adultere la esencia, la esencia sigue siendo la misma.

Esa capacidad, esa independencia ¿os ha dado más poder, pero os ha hecho más déspotas?

El despotismo es un defecto terrible. El poder nos ha dado la capacidad para tomar decisiones, nos ha hecho autónomas y la autonomía se puede utilizar para bien o para mal. Las mujeres que yo he descrito, mis amigas, yo, somos chicas que aunque no seamos grandes triunfadoras, aún estemos en paro, somos dueñas de nuestra vida, entendemos que nuestra vida es nuestra y que no depende de su relación con el sexo opuesto. Que podemos vivir sin la existencia de un señor al lado. Que no es necesario que caminemos juntos, que podemos caminar cada uno por su lado.

¿De qué habláis las chicas cuando estáis solas?

Hablamos mucho de chicos, pero no porque hablemos solo de chicos, es porque lo más importante para nosotras es nuestra parte emocional. Nuestra relación con nuestra familia, con nuestros compañeros de trabajo, nuestras amigas, nuestros chicos... Lo que forma parte de la emoción.  Evidentemente la emoción pasa por como es tu vida sentimental. Por eso hablamos de ellos. De vosotros. Tampoco hablamos de moda todo el rato. Podemos decir: "¡qué mona tu chaqueta!" y ya. Hace un fin de semana me fui con unas amigas a una casa rural de finde y estuvimos hablando de política todo el rato.

¡Qué intensas!

Pues sí. Es que es un poco lo que te apetezca ese día...

Cuando tus amigas lean el libro y vean lo que has escrito... ¿No habrá alguna que diga: esto no se lo tenía que haber contado a Luján?

(Risas) Sí, ya he oído el "¿por qué te habré contado yo a ti nada?" Pero sé lo toman con humor. Saben que sus historias están llevadas al extremo. De hecho somos todas un poco así. De satirizar lo al máximo, extremar las cosas para superarlo mejor, de una manera más divertida. Mis amigas son unas cachondas reinventandose y reinterpretando sus vidas.Son un pozo de sabiduría y de todo. De hecho, hacia tres años que ya pensaba en ellas para escribir este libro, pero ellas podrían contar sus historias con más gracia que yo.

¿Que tú? Luján que eres el hada madrina del amor en la tele... ¿Te imaginabas que algún día te iban a decir algo así?

( Risas) ¡Qué cuadro! ¡Qué va! Mi vida ha sido un caos pero me ha ido llevando. Yo siempre he sido una enamorada del amor. De montarme mis películas de niña, de príncipes azules y todo. Luego, me hice mayor, empecé en la radio y de repente me vi metida en temas de política, de actualidad social. Todo muy serio. Es más, cuando salí de la radio nunca me habría imaginado que a los chavales de quince años les pudiera parecer mínimamente interesante porque yo estaba acostumbrada a un público mayor, a los temas de terrorismo, a la ley de dependencia... Pero me gusta mucho el cambio. El ser humano cuando está enamorado está tan bien, vive tan en una nube, es tan bonito, que trabajar con gente enamorada resulta placentero.

¿Y tú con el amor? ¿En casa del herrero, cuchillo de palo?

Uy, yo siempre he vivido el amor con mucha  intensidad. Para bien o para mal. Ahora, según cumples años, no es que baje la intensidad, o que se te acabe, pero sí que la gestionas de otra manera. Aprendes a mejor.

Los hombres no salen bien parados, ¿no?

Para superar los baches, mis chicas y yo teníamos que atacarlos. Sí, atacarlos, porque más que por nada eran los que estaban generando el daño al grupo. La única manera de olvidarte del amor y del dolor es ridiculizando la situación y al que te la provoca. Quizás esos hombres no eran tan malos, quizás no los entendimos, quizás no estaban en la misma línea que nosotras y no empatizamos como debiéramos, ahora, eran unos capullos. O que nos dieron la parte más terrible que tenían.

¿Y siempre se tropieza una con la misma piedra? ¿O es que se busca el mismo patrón de hombre?

Eso dicen los psicoterapeutas. Quizás en esa parte del cerebro desconocida haya ese algo que no controlas que te lleva siempre por el mismo camino.

¿El de la amargura?

Que el cuerpo es pura emoción. O se está sintiendo o te mueres del aburrimiento. Y la emoción te lleva a la exageración y con la exageración todo lo vives más, todo es lo mejor o todo es lo peor. No hay término medio.

De ahí que siempre os vayáis a por el malote de la clase...

Por lo que he visto a mi alrededor,  las personas cuando tenemos las cosas fáciles, no las queremos, perdemos el interés, creemos que está porque tiene que estar. Tendemos a buscar el conflicto.

No lo valoramos...

Buscas gente que te de paz con los años.

¿Tu buscas el conflicto o la paz?

Yo busco todos los días. Y todos los días descubres cosas nuevas. Soy como mis perros, todo el rato husmeando. Busco experimentar cosas diferentes.

¿En tus relaciones?

En mis relaciones. En la vida. Buscar lo mejor del contrario y lo peor de mi para poder cambiarlo.

Que zen, yo te creía más guerrera...

Guerrera guerrerisima. Tremendamente guerrera. Un huracán. Ahora, menos. Casi no.

Uy, ¡pero conformista tampoco!

Ni en pintura conformista. Para nada. Intento en cada momento que la situación dé un paso para adelante dándolo yo y no exigiendo que el otro lo dé.

Yo soy más destructivo...

Y yo, pero diciéndote lo contrario, me fuerzo a cambiar. ¿Qué te parece?

Que te van como anillo al dedo tus programas...