Esta semana arrancaba con la noticia de que las pruebas de ADN confirmaban con un resultado del 99,9% de compatibilidad que José María Ruiz-Mateos es padre de la mexicana de 25 años Adela Montes de Oca. La joven se convierte así en la hija número 14 del empresario y el próximo 6 de junio contará también con la confirmación de la Justicia cuando el Juzgado de Primera Instancia número 2 de Pozuelo de Alarcón albergue el juicio de filiación en el que se dictará sentencia.

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Adela Montes de Oca es hija de Ruiz-Mateos con un 99% de compatibilidad

Adela Montes de Oca

Adela declaraba en 'Espejo público' estar feliz, porque el largo camino que ha tenido que recorrer para demostrar su realidad biológica está a punto de llegar a su fin, pero también estaba preocupada por la actitud que podría encontrarse por parte de sus hermanos a raíz de conocerse la verdad. La reacción de los hijos del empresario no se ha hecho esperar y, aunque Adela solo ha hablado de que su máximo deseo es llevar los apellidos de su padre, está claro que los 5.000 millones de herencia que habría dejado es el dato realmente jugoso y relevante que va a generar muchas tensiones. Según informa el portal Vanitatis, esa herencia está "bajo investigación judicial" por una extensa lista de acusaciones y delitos fiscales. Y lanzan un mensaje tajante a su hermana: nada de 5.000 millones de euros, lo que le va a tocar a Adela repartirse con sus hermanos son "deudas". Su nueva situación como hija del fundador de Rumasa no solo la hace heredera de lo bueno, sino también de lo malo. Así que además de apellidos, según los Ruiz-Mateos, también va a tener de desembolsar una buena suma y le instan a que "vaya al notario y se haga cargo de las deudas".

Los hijos del empresario han asegurado que no tienen pensado ir al juicio de filiación del próximo 6 de junio ni piensan hacer ninguna declaración más por respeto a su madre, Teresa Rivero.

Las pruebas de ADN que han demostrado que Adela es hija biológica de José María Ruiz-Mateos se realizaron el pasado mes de abril sobre el cadáver del empresario, que falleció en septiembre de 2015. Ni él ni sus hijos quisieron nunca someterse a las pruebas de ADN.