Bertín Osborne la llama Loles, pero para el resto de mundo ha sido, y seguirá siendo, Lolita, aunque ahora, con la edad, que le llamen ‘doña Lolita’ le parece como de “echadora de cartas”. La artista abre las puertas de su casa a Bertín para mantener con una charla íntima, cercana, la que tendrían dos amigos que se conocen desde hace tiempo infinito.

En esa casa, donde ahora cuelga la forja de ‘Los gitanillos’ y que ella se lleva a cada uno de sus hogares para tener siempre cerca ese recuerdo de su familia, viven con ella sus dos hijos. Elena, que también se incorporará a la conversación, ha heredado el talento de su madre para la actuación y su hermano parece haberse quedado con el don de la música.

Aunque ahora la artista es la que lleva las riendas de la casa, cuando vivió con sus padres, Lola Flores y Antonio González, eran ellos los que tenían la última palabra. Eso sí, asegura que fueron dos progenitores muy “permisivos”. “Mi padre era un gitano muy libre. Él tenía sus propias leyes. Para él era importante el respeto. El primer cigarro delante de mi padre me lo fumé con 36 años, cuando se murió mi hermano”.

El fallecimiento de Lola y de Antonio dejó a los Gonzales Flores al borde de la locura. “No entendía la muerte de mi hermano. Me volví completamente loca. Le daba puñetazos a las puertas cuando terminaba de actuar. Bebía mucho. Gracias a mi hijos pude reconducir mi vida”, algo que también le pasó a su hermana Rosario, quien tuvo a su hija mayor, Lola, en el momento peor y mejor, según se mire. La pequeña fue “su salvación”.

“Mi hermano era amigo de sus amigos. Sentía adoración por su madre y su hija. Era como se veía. No tenía ‘doble hoja’. No hay ni trampa ni cartón con los Flores”, destaca del músico, al que según cuenta empezó a conocerlo con más profundidad cuando fueron mayores. “Cuando más unida estaba a mi hermano, se murió. Se me quedaron muchas dudas, muchas cosas que preguntarle. ¿Podría haber hecho algo más? ¿Podría haberlo ayudado?”.

La actriz de ‘Rencor’ tiene claro el motivo del fallecimiento de Antonio, tan solo 15 días después de haber enterrado a ‘la Faraona’. “Mi hermano murió de pena. No murió de nada de lo que se piensa. A él se le paró el corazón. Hay amores que matan y en este caso fue así”. El cantante y compositor estaba destrozado cuando se despidió de su madre, tanto, que no lo pudo soportar y su vida se terminó a escasos días de la de Lola. “Mi madre vino a por él. Ellos tenían una simbiosis. Una conexión especial”.