¿Qué ocurre en Supervivientes detrás de las cámaras? En la mente de todos -incluso en la de los concursantes-, imaginamos un paraíso en forma de resort. Palmeras, playas, cócteles bajo el sol... Pero la realidad, como casi siempre, no tiene nada que ver. Lara Álvarez, en uno de los directos que hace cada día, ha querido contar las condiciones en las que tiene que vivir durante el programa. Y todavía tenemos los pelos de punta. Además de mosquitos y demás insectos, también tiene que pasar la noche con unas viejas conocidas: las tarántulas.

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La estancia en los Cayos Cochinos no solo es dura para los concursantes. El equipo que hace posible el milagro de Supervivientes tampoco es que lo pase mucho mejor. Las inclemencias del tiempo, sobre todo en la edición de este año, hace que todo tenga que cambiar en un tiempo récord. El trabajo pero también su vida diaria detrás de las cámaras. ¡Que no os engañe la sonrisa de Lara Álvarez! Pasar tres meses en Honduras es más complicado de lo que nos quieren hacer creer.

La presentadora ha enseñado parte del hotel donde reside el equipo. “Estamos a 40 minutos en barca y unos 15 de helicóptero”, ha explicado. Acompañada de su inseparable Asier, Lara se ha sincerado sobre un aspecto de la convivencia que nos ha dado escalofríos. Está claro que lo nuestro no es la aventura salvaje. “Esto lo llaman 'villa tarántula', no es broma”, aseguraba. “Tiene unas arañas que tienes que verlas”. Y sí, está hablando de la habitación donde duerme cada noche.

“El año pasado puse un vídeo de una tarántula enorme”, bromeaba Álvarez como si nada. “Había visto el vídeo de Elsa Pataky sacando la tarántula con un cuenco pero no sabía que saltaban. Me di un susto...”. Una tarántula. Grande. Peluda. Saltando. Por la noche. En tu habitación. ¿Alguien sabe dónde está el avión más cercano? Tan solo podemos rendirnos a la enorme profesionalidad de la presentadora y todos los que se trasladan cada año hasta Honduras para grabar el reality.

Ah, ¿que qué hizo con la araña? Pues llamar al director del programa y decirle que ya podía ir viniendo a sacarla de la habitación. Madre mía, cómo está la profesión de difícil...