Por AMADEU GRACÍA

 

David Beckham ha explicado hace poco uno de los grandes motivos por los que decidió colgar finalmente las botas hace poco más de un año: sus hijos. En una entrevista de la que se hicieron eco numerosos medios británicos, el aún mediático ex futbolista, no dudó en proclamar que, ahora que ya no se dedica profesionalmente a darle patadas a un balón, pasa gran parte de su tiempo ejerciendo de improvisado chófer para sus retoños. Para todos, incluida la benjamina de la familia, Harper, que tiene ya tres años.

 

“Ahora soy taxista”

 

“Es una de las razones por las que me retiré. Ahora soy taxista. Literalmente, me paso en el coche desde las siete de la mañana hasta las nueve de la noche. Es exactamente lo que quería hacer después de retirarme”, ha señalado el ex centrocampista británico. Como muchos otros niños, sus hijos participan en actividades que requieren la atención de su amantísimo padre, tanto para los traslados como para el desarrollo de las mismas. Los tres mayores, Brooklyn, de 15 años, Romeo, de 12, y Cruz, de sólo nueve añitos, están apuntados a la academia de fútbol del Arsenal. Aunque el equipo en el que Beckham brilló en Inglaterra fue el Manchester United, su residencia en Londres le ha llevado a apostar por el club gunner. Entre otros motivos.

 

“El Arsenal realmente nos está cuidando. Si hace 15 años me hubieran dicho que llevaría a mis tres hijos a su academia habría contestado '¿De verdad?'. Tengo un enorme respeto por el Arsenal, por Arsène Wenger y estoy orgulloso de estar ahí”, ha explicado el ex futbolista. Está convencido de que, a la larga, eso será beneficoso para sus chicos. “Al involucrarse en una academia como la del Arsenal hay que ser muy disciplinado, todo está muy bien organizado. Tienen grandes entrenadores y están consiguiendo lo mejor que se puede ofrecer en el fútbol. Para ellos, tiene que ser bastante increíble”, reflexionó.

 

Fútbol… y ballet

 

Para la pequeña, en cambio, nada de fútbol. De momento, se distrae con una actividad muy diferente: el ballet. El bueno de David tiene que poner toda la carne en el asador para no perderse nada de lo que hagan sus hijos. Pero, según admite, también puede resultar un poco duro para ellos tener detrás a celebridades como él mismo o su esposa, Victoria. “Es cierto que la presión les afecta un poco. Tampoco diría que demasiado, pero el otro día Brooklyn me explicó que, cuando saltó al campo, oyó que sus compañeros comentaban entre ellos 'Va a ser un gran jugador, el mejor'. Si tiene un mal día, si le da un mal toque al balón, también oirá lo que dirán los otros niños. Con los dos pequeños es diferente, especialmente con el benjamín. Él ya piensa que es el mejor porque tiene que competir con otros dos que le llevan la delantera”, reitera.

 

“Juegan cada domingo. Si me hubieran preguntado hace tiempo qué quería hacer después de retirarme, habría dicho que ver a mis hijos jugando al fútbol. No perderme ni una sola sesión de entrenamiento. Observarlos y ser parte de sus vidas. No es que antes no lo fuera, pero con mis compromisos hubo algunos entrenamientos y algunos partidos que tuve que perderme. Quería que practicaran algún deporte, porque eso ayuda a aprender disciplina. Y desde luego, adoro que se hayan decidido por el fútbol. Eso me encanta”, ha insistido el propio Beckham.

 

Lleva dentro el gusanillo del fútbol. No puede evitarlo. Por eso, tampoco pudo resistirse a hablar sobre el mal papel de la selección inglesa en el último Mundial e incluso se ofreció a colaborar en el futuro con la federación, si los dirigentes lo consideran oportuno. “Echo de menos al Manchester United y al Real Madrid, pero lo que más echo de menos es la selección. Es de lo que más me siento orgulloso de mi etapa como futbolista: haber jugado para Inglaterra. Era llevar la camiseta, las concentraciones, Wembley, la Copa del Mundo, haber sido su capitán en 59 ocasiones... Realmente lo echo mucho de menos”, ha rememorado el ex jugador.

 

Su carrera como jugador y, sobre todo, su matrimonio con una ex Spice Girl, Victoria, le convirtieron en toda una celebridad. Algo que tiene muchas cosas buenas, pero también algunas malas. Entre ellas, la continua persecución de los paparazzis. Algo que tuvo malas consecuencias para él no hace demasiado. Tuvo un accidente de moto en Los Ángeles (montar en una es algo que habría tenido terminantemente prohibido de seguir en activo) y se dislocó el pulgar de la mano derecha. Según explicó, él mismo lo puso en su sitio. Ésa era la explicación para el aparatoso vendaje que debía lucir en su antebrazo derecho. Algo que, desde luego, no le borró la sonrisa del rostro en ningún momento. Al fin y al cabo, sus declaraciones estuvieran enmarcadas en un acto motivacional para jóvenes deportistas. Y los noveles aspirantes a estrellas le pierden. Tanto, que hasta ahora está ejerciendo de improvisado taxista para algunos de ellos: sus hijos.